EL NORTE CHILENO, un territorio que muchos deben cuidar, pero que nadie quiere. ( por Alberto Calvo Montes, Arquitecto).

 

Dura aseveración la citada, pero para un Nortino, orgulloso de sus áridos y variados paisajes, molesta y a su vez resulta sorprendente, ver como se maltrata su territorio y lo sostengo además desde la perspectiva de un profesional de la arquitectura, quienes por formación debemos aprender simultáneamente a mirar, ver y observar, a diferencia de aquellos, que no han tenido la suerte de querer o tener esta disciplina, gran cooperadora y responsable de cuidar y mejorar la calidad de vida de quienes deciden habitar esta noble zona , que tan solo poseen algunas de las tres aptitudes señaladas, pudiendo aportar desde aquella mirada.
Cito lo anterior, pues estas tierras reciben actores de diversa calidad, para habitar o intervenir su territorio, siempre obteniendo más de lo que dan o dejan al partir, ya que compromiso no existe.
Felizmente existe algún tipo de legislación que protege sus superficies, pero su aplicación y fiscalización es laxa y sobrepasada de modo permanente, con la anuencia e irresponsabilidad de sus autoridades, pues todo es medido en función del voto popular.
Lo descrito está reflejado en la instalación precaria de los yacimientos mineros, por las sucesivas y crecientes tomas de terrenos, tanto en el borde costero como en sus áreas interiores, por la invasión de miles de torres de transmisión eléctrica, de una heterogeneidad abismante para un mismo fin, por la ocupación de paisajes y superficies únicas, por infinidad de paneles fotovoltaicos puestos al arbitrio de quienes los explotan, por la presencia de parques eólicos, con aerogeneradores que irrumpen y alteran el paisaje y así podríamos seguir, con otras intervenciones menos relevantes, pero igualmente ajenas, poco respetuosas de lo existente y desarrolladas con el menor costo posible, cercanas a infraestructura existente y alterando sin mitigar en lo absoluto los paisajes, que son un capital intangible y potencialmente explotable turísticamente, si existiese real consciencia y verdadero compromiso de su cuidado permanente, algo realmente de la retórica que escuchamos de muchos.
No hablo del borde costero y su mar, pues es otra legislación, pero las mejores playas de Chile, que son las nuestras, vivieron épocas de sobreexplotación, con plantación de praderas marítimas, hatchery o criaderos de ostiones y ostras, abalones, conchales, todas intervenciones industriales que liquidaron paisajes, playas, exterminando la flora y fauna marina nativa y hoy mayoritariamente ausentes, dejaron su basura en el fondo marino y su costa.
Atacama es una Región monoproductiva, dependiente de la Minería y sus ciclos de precios, se quiera o no y permanentemente se buscan fuentes productivas alternativas para estabilizar su economía, pero resulta difícil competir con su minería.
La alternativa, además del cultivo y explotación de primores es el Turismo, con distintos apellidos, pero Turismo al fin y ello exige invertir en los distintos lugares o rutas de interés, pero es precisamente ese territorio y por ende su paisaje, el que actualmente es ocupado o intervenido, sin cuidar lo que es un patrimonio preciado, el paisaje y su geografía
Allí vemos intervenciones mineras de diversa magnitud, con sus descuidados rastros y vestigios, vemos infinidad de redes y tramas de caminos, para diversos y distintos destinos, sucesión de trazados e instalaciones de torres de alta tensión, de una heterogeneidad sorprendente para lo mismo, subestaciones eléctricas en el medio de la inmensidad de la nada, con soluciones irreverentes y escasamente cuidadas para su instalación y permanencia en el paisaje.

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