Al Asad refuerza su ofensiva en torno a Damasco

La victoria en Alepo traslada los esfuerzos gubernamentales en Siria a liberar el cerco contra la capital. Los combates se libran en torno al principal acuífero de la ciudad, con cortes de suministro de varios días.

El Ejército sirio intensificó los bombardeos sobre el valle de Wadi Barada, a unos 18 kilómetros al noroeste de Damasco, en una ofensiva que comenzó el viernes pasado y que busca recapturar un área estratégica en la que se encuentra el manantial que provee la mayor parte del suministro de agua de la capital. Los caminos que llevan a los pueblos en el valle y las montañas en torno al área están bajo control de los Guardias de la República y el grupo libanés chií Hezbolá.

Según la agencia oficial SANA, grupos rebeldes habían atacado Wadi Barada el domingo y el diario Al-Watan, cercano al Gobierno, añadía que habían «contaminado el acuífero con gasolina» y otras sustancias. Desde el Observatorio interpretan la ofensiva gubernamental como una forma de presionar a las facciones rebeldes, entre ellas el antiguo Frente Al-Nusra, rebautizado como Fateh al-Sham tras romper sus lazos con AlQaeda, para aceptar un acuerdo de rendición.

Cortes de suministro

Los residentes dijeron que los combates del lunes se concentraron en la aldea de Baseimeh, en el límite del valle donde el Ejército y sus aliados buscar avanzar a través de un enclave de 10 aldeas habitadas por unas 100.000 personas.  Los rebeldes dicen que el Ejército se vio animado tras la toma de la ciudad de Alepo y que busca obligarlos a abandonar la zona o enfrentar una guerra abierta. «Ellos buscan obligarnos a un acuerdo de rendición y nosotros no les entregaremos nuestra tierra», dijo Abu al Baraa, comandante del grupo rebelde Ahrar al Sham, que tiene presencia en la zona. Con estos acuerdos, que facilitan la entrega de una localidad a cambio de dejar libre la huida hacia alguna otra zona, las fuerzas de Al Asad han reconquistado al menos seis poblaciones en los alrededores de Damasco.

Un residente y rebeldes dijeron que los bombardeos aéreos dejaron fuera de servicio a la principal estación de bombeo de agua del manantial Ein al Fija, donde opera un ducto subterráneo que brinda cerca de un 65 por ciento del agua que consumen los vecindarios de la capital. «Podemos vivir sin electricidad, pero no sin agua», decía el domingo a AFP un ama de casa de 51 años, tras tres días de corte en el suministro, del que se acusaba a los rebeldes. Estos afirman que los bombardeos han dejado 14 civiles muertos y que alcanzaron una clínica.

LGC (Reuters/AFP)

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