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Aumentó el consumo de tranquilizantes en escolares de 8º básico a 4º medio

Entre 2019 y 2021 se incrementó la prevalencia en adolescentes mujeres, pero bajó en los hombres, aseveró el Senda.

El consumo de tranquilizantes por parte de escolares de octavo básico a cuarto medio registró un leve aumento entre el 2019 y el 2021, pero tuvo una prevalencia mayor en adolescentes mujeres, advirtió el Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (Senda).

Según el 14º Estudio Nacinal de Drogas en Población Escolar, que encuestó a 59.749 estudiantes de colegios municipales, subvencionados y particulares de todo el país, constató que la ingesta pasó del 9,3% al 9,5% a nivel general, de acuerdo con El Mercurio.

Al revisar el detalle, bajó del 8,5% al 7,5% la proporción de hombres que usan estos fármacos, pero subió del 9,9% al 11,7% en mujeres.

Asimismo, aunque el consumo de drogas como tabaco, alcohol y marihuana disminuyó -llegó a 1,9%, 24% y 18,8%, respectivamente-, la prevalencia de cada una es mayor en mujeres que en hombres.

«La evidencia científica muestra que hay diferencias a nivel de cerebro y cambios hormonales que hacen a las mujeres más susceptibles a condiciones de salud mental», sostuvo en el matutino Gabriela Campos, psiquiatra infanto-juvenil de la Clínica Dávila, apuntando a una presión social mayor por encajar con patrones de belleza y conducta, algo que afecta particularmente a niñas y adolescentes.

El estudio, realizado en 2022, abordó «un período en que la población estuvo expuesta a la pandemia con períodos de enclaustramiento largos«, recordó también Angélica Escobar, académica del Instituto de Fisiología de la U. de Valparaíso e investigadora del Centro de Neurobiología y Fisiopatología Integrativa: «Varios estudios muestran cómo aumentó la incidencia de desórdenes de ansiedad en la población adolescente a nivel mundial producto de la pandemia».

RIESGO DE EFECTOS SECUNDARIOS Y DAÑOS COGNITIVOS

La directora del Senda, Natalia Riffo, hizo hincapié además que «en este grupo no hay una percepción de riesgo sobre tomar tranquilizantes».

Según el reporte, entre estos medicamentos se incluye benzodiazepinas, sedantes, hipnóticos e inductores del sueño: la mayoría de los encuestados dijo acceder a ellos a través de cercanos -me lo pasó mi pololo(a), un familiar o amigo(a)»- o porque había disponibilidad en casa.

El consumo de estos sin un diagnóstico y control médico conlleva riesgos asociados, efectos secundarios tales como dolores de cabeza, confusión, mareos, somnolencia y hasta problemas de motricidad, detalló Fernando Torres, toxicólogo y director de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello.

Incluso «algunos jóvenes pueden hacer eventos de amnesia a corto plazo, lo que puede influir en su rendimiento académico«, puntualizó.

Escobar expuso que «durante la adolescencia se establecen nuevas conexiones neuronales, las áreas cerebrales responsables del control de la toma de decisiones está terminando su proceso de desarrollo, lo mismo a nivel de las conexiones con áreas responsables del procesamiento emocional».

Por ello, «el consumo de esto fármacos cuando no se necesitan puede generar efectos a largo plazo, porque pueden alterar el desarrollo normal de estas áreas», advirtió la académica.

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