OPINIÓN

Carta: a mi conciencia. Reflexión en Pandemia. ( Felipe Vásquez Moya. Profesor )

Este año 2020, nos ha golpeado a todos de manera muy dura y sin compasión alguna, todos quedaremos marcados de una u otra forma, por el conjunto de acontecimientos vividos este último año en nuestro país y el mundo, lo cual nos marcará en nuestro actuar futuro, ya sea como un trauma invalidante y nocivo, o como una experiencia de vida de la cual intentaremos rescatar las cosas buenas, dentro de tantas, tantas, tristezas.

 

Hoy más que nunca debe motivar una selecta importancia, el volver a disfrutar las cosas simples de la vida, disfrutar de cada momento con pausa y en especial con una “presencia consciente”.

 

Esta pandemia, en lo personal me otorgó la oportunidad de realizar la siguiente reflexión, sobre mí actuar, sobre la sociedad en la que vivo, sobre el mundo, sobre los tiempos y como los distribuyo, casi un análisis sociológico en la forma de como vivimos y por cierto, como profesor me cuestione la forma de como educamos y en que aportamos a la vida de los niños.

 

Al recapacitar al respecto, me percaté que hoy tenemos casas más grandes, pero las familias son más pequeñas, tenemos más comodidades, pero menos tiempo para disfrutar esas comodidades con nuestros seres queridos, obtenemos más licenciaturas y postgrados, pero poseemos menos sentido común.

 

Poseemos más áreas de expertizaje profesional, pero cada vez tenemos más problemas, hemos construidos edificios muy altos y robustos, pero nuestro temperamento es cada vez más pequeño e iracundos, poseemos autopistas más anchas y modernas, pero miradas cada vez más estrechas y egoístas, gastamos tanto dinero, pero poseemos cada vez menos valores.

 

Como seres humanos hemos ido y regresado a la luna, pero no somos capaces de cruzar la calle para saludar a nuestro vecino, o aprendernos el nombre de las personas con la cuales tratamos a diario.

 

… Toma nota mi conciencia…

 

Tenemos más educación formal, pero menos cordialidad en nuestros modales, existe un mundo globalizado, hiper conectado, pero no somos capaces de ayudar al que está a nuestro lado.

 

Tenemos más leyes, pero no así más justicia, podemos acceder a más medicinas, pero tenemos menos salud y somos cada vez más vulnerables. La gran pandemia es testigo privilegiado de esto.

 

Gastamos irracionalmente, Reímos insuficientemente, conducimos muy rápidamente, siempre apurados, nos enfadamos con tanta facilidad, leemos muy poco o nada, vemos horas y horas de televisión, usamos considerablemente nuestro tiempo en el WhatsApp y Redes Sociales, Porque creemos erróneamente que necesitamos la aprobación de muchos, pero no de los que realmente importan.

 

Cuando llegamos a cierta edad y con los años, hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores morales.

 

Amamos: discrecionalmente,

 

nos comprometemos: experimentalmente,

mentimos: exponencialmente.

… Toma nota mi conciencia…

Tenemos una vida rica de oportunidades, pero pobre en sueños y esperanzas. Somos grandes consejeros, pero vivimos sumidos en prejuicios.

Poseemos mucho para dar y compartir, pero somos espantosamente mezquinos al momento de regalar.

Vamos a la conquista del espacio exterior, pero ni remotamente nuestro espacio interior.

Construimos grandes computadoras, para guardar miles y miles de datos, generamos trillones de terabytes a diario, pero no podemos hacer algo tan simple como comunicarnos entre personas, o levantar el teléfono y llamar a un familiar solo para escucharle.

 

Oímos fuerte y claro y hablamos en forma desmedida, pero no sabemos escuchar. Nos juntamos físicamente, o en el contexto de este año 2020, también nos reunimos virtualmente, pero no estamos ni “remotamente” presentes, conocemos muchas personas, pero no confiamos en ellas.

 

Cuando alguien se equivoca: Lo acusamos, juzgamos y condenamos, todo de una sola vez, con una destreza aterradora, criticamos desmesuradamente, pero se nos olvida lo más importante, EL SABER PERDONAR.

 

La tecnología nos ha permitido tener más posibilidades de hacernos escuchar, pero no cuidamos lo que decimos.

 

En resumen: La vida es una cadena de eventos y muchas veces, depende de cada uno de nosotros, que esa cadena tenga más eslabones de felicidad que de penas, por eso me permito “sugerir” a mi conciencia y a quien corresponda:

 

Vístanse con sus mejores galas, no guarden sus mejores perfumes, úselos cada vez que quieran, disfruten a sus seres queridos, aquí y ahora, no mañana; Digan te amo, te quiero, te admiro, te extraño, te perdono, cada vez que les nazca y cada vez que se pueda.

 

No permitan que la incoherencia, junto a las dificultades y vicisitudes de la vida – Se apodere de tu destino.

 

Por favor a mi conciencia – Guarda esta información y no la olvides.

 

… Toma nota mi conciencia…

 

( Felipe Vásquez Moya. Profesor. -)

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2 comentarios

  1. Muy acertado la reflexión de un destacado profesor, que sin duda está siempre a la vanguardia y de buscar soluciones a los nuevo desafíos. Destaco que su columna refleja el sentir de varias personas del mundo de la educación y cómo hoy la sociedad ha perdido el norte y peor los valores y deberes de los más jóvenes por sobre sus derechos.
    Ojala el sistema de educación pública realice un análisis profundo de cómo hoy hace su proceso enseñanza aprendizaje y que competencias deben tener los nuevos profesores en un nuevo estilo educación a distancia que podría convertirse en hibrido y puedan acercar a los más vulnerables a recapacitar y que la educación es un eje fundamental para el desarrollo y bienestar , pero siendo responsables en su forma de vivir y compartir.

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