OPINIÓN

Cultura online ( por Jessica Acuña Neira. )

Trabajo en una fundación cultural que ha tenido que adecuarse a los tiempos que corren, mucho más de lo que jamás habíamos imaginado. Durante octubre en adelante tiramos abajo toda la cartelera -difícil de ejecutar en ese escenario por cierto-  y transformamos la programación  para participar en marchas, asambleas, cabildos y actividades de resistencia. También algunas de contención, ya que no eran tiempos fáciles y las emociones y sobresaltos también abundaron.

Fue poner nuestro trabajo a disposición, como sentíamos que éramos más útiles, en un proceso donde muchos otros artistas actuaron así desde sus diversos espacios. Con esto quiero decir que no fuimos los únicos que nos organizamos para hacer una acción de arte en medio de una marcha y que muchas veces nos unimos con otros artistas y colectivos trabajando juntos. Fue una reacción de muchos de este ámbito.

En marzo estábamos partiendo el año con bastante optimismo, algunos proyectos adjudicados que hacía prometedor el 2020 y como siempre, aún faltaba recursos para completar algunas de las actividades, pero eso es parte de nuestro panorama cotidiano. Hasta que nos llegó la peste llamada coronavirus, con la suspensión de clases, luego cuarentenas y todo lo que hemos visto, incluyendo la instrucción desde el Ministerio de las Culturas de paralizar todo proyecto Fondart, cuando partíamos con dos. Además, dos de nuestros programas se llevan a cabo en escuelas y liceos. Todo lo demás consistía en hacer funciones o actividades donde las personas asistían a un lugar. En resumen, todo paralizado. Al menos como lo conocíamos hasta entonces.

Hicimos una reunión de emergencia y decidimos trabajar en lo planificado para los próximos meses. Y pedir permiso al Ministerio de las Culturas para empezar con los talleres -proyecto Fondart- en abril, vía online. Entre medio sabíamos que en el mundo de los artistas esto venía como una bomba, ya que algunos vivían de los talleres por los que cobraban, de los que hacían en establecimientos educacionales, proyectos fondarts paralizados o locales en las mismas condiciones.

El espíritu artístico o inquieto nos llevó a mantenernos en actividad constante en nuestras redes sociales y nos sumamos al verdadero estallido de liberación de contenidos que entonces ocurrió: libros, películas, obras de teatro, museos, documentales y luego tímidamente clases abiertas y charlas que comenzaron a hacer artistas y centros culturales. Fue un poner a disposición lo que teníamos con el ánimo de contribuir a que las personas se quedaran en casa y tuvieran más alternativas de ocupación del tiempo.

Ahora, que el mundo es plano como dice Caparrós aludiendo a que lo vemos desde nuestras pantallas de celulares, tablets o computadores, desde la Fundación Proyecto Ser Humano partimos con las  clases online en diversos formatos, de acuerdo a las posibilidades de los talleristas, tanto de conexión como de grabación así como las necesidades de la disciplina que imparten. Estamos aprendiendo y está resultando. Es alentador ver a la gente inscribiéndose en un formulario online, reproduciendo videos, reclamando porque no les ha llegado el enlace para la clase vía zoom.

Probablemente cometeremos errores o posteriormente se encontrarán otras formas de utilizar mejor estos formatos para la cultura y las artes pero por mientras el virus fue un empujón que nos está llevando de lleno al siglo XXI. A buscar nuevos públicos, nuevas formas de hacer y probablemente nuevas prácticas. Antes usábamos las redes sociales para invitar a las actividades, para reunirnos, para encontrarnos, es decir lo que conocíamos como encontrarnos es decir trasladar nuestros cuerpos a un mismo lugar físico. Ahora nuestros cuerpos se quedan en casa, como una forma de protegerlos ante el virus mientras gracias a internet y una serie de dispositivos nos juntamos a la distancia, nos encontramos en nuestras imágenes, nuestras voces, pensamientos. Todo eso, menos la materialidad de tocarnos.

Ahora desde el gobierno empiezan a hablar de asumir una nueva normalidad, que parece querer decir aprender a circular con la amenaza de la pandemia, con muchos nuevos cuidados, mascarilla permanente, distanciamiento social lo que probablemente hará imposible o indeseable juntarnos en un teatro, en un taller presencial o en un evento durante bastante tiempo. Pienso que la seguridad volverá recién cuando exista una vacuna. Entonces los desafíos serán como sostener esta actividad para quienes son trabajadores del mundo de la cultura y las artes, para que podamos seguir solventándonos en este nuevo escenario en el que estamos. Porque hay cambios que no tienen vuelta atrás.

 

 

 

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