Día Nacional Contra Explotación Sexual Comercial Infantil: Por Anamaría Aguirre Directora regional Sename

Al reflexionar acerca de Explotación Sexual Comercial Infantil (ESCI) hablamos de un fenómeno multicausal que se relaciona con toda actividad de significación sexual, en la cual una persona utiliza el cuerpo de un niño, niña o adolescente para sacar provecho de carácter sexual y/o económico, basándose en relaciones de poder, dominación y sometimiento.

La ESCI, constituye una grave vulneración de derechos de infancia, en una forma moderna de  esclavitud, que en nuestra sociedad patriarcal, machista y adulto céntrica, se invisibiliza, minimiza y entremezcla con otros fenómenos sociales, psicológicos y culturales como el abandono, el consumo de drogas, maltrato y el abuso sexual infantil, deserción escolar, situación de calle,   sociedad de consumo y cesantía, donde el niño o niña debe aportar a la economía familiar.

La Unicef afirma que cada vez más niños son  incorporados a la ESCI, en edades más tempranas, siendo los 9 años el inicio. En nuestra región, por el ocultamiento y la clandestinidad en que se desarrolla esta actividad no podemos precisar la incidencia real de estas prácticas, es decir a cuántos niños y niñas afecta, sin embargo podemos señalar que en Atacama, durante el año 2015 fueron  atendidos por programas especializados financiados por Sename, 56 víctimas, 52 de sexo femenino y 4 masculino.

Cifras que nos llaman problematizar, pues nos enfrentan además al brutal ejercicio de la feminización del abuso, de violencia sexual basada en género, fenómeno que va más allá de la  comprensión del mismo si éste sólo es mirado como Peor Forma de Trabajo Infantil. Se hace imperativo promover la desnaturalización de la ESCI que invisibiliza la violencia basada en género comprendida como forma de trabajo. La ESCI  y el abuso sexual son delitos, no obstante se diferencian en que en la explotación sexual infantil los niños y niñas son tratados como un objeto más del mercado, práctica definida por una transacción económica donde se recibe una ganancia a cambio de la utilización del cuerpo de un niño o niña.

En Chile, desde la Convención de los Derechos del Niño, hemos avanzado en el trabajo con víctimas y la visión del fenómeno psicosocial de explotación sexual. Hoy la ESCI constituye un delito plasmado en nuestro Código Penal, pero aún queda mucho por recorrer. Es sabido que ningún factor de vulnerabilidad puede ser tan fuerte para explicar el ingreso de las niñas y niños a la explotación sexual comercial sin tener presente la gran demanda de explotadores. Por tanto para transformar la situación debemos apuntar a que la sociedad se haga participe y responsable de denunciar a los explotadores, así como al Estado le corresponde otorgar todas las condiciones y  recursos para atención y prevención de la ESCI.

Es necesario, para cumplir con esta tarea, asumir la co-responsabilidad social que todos tenemos como garantes en la protección de la infancia, devolver a los niños  y niñas que viven en la desprotección y el sufrimiento, un espacio de dignidad y felicidad, libre de todo tipo de violencia.

 

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba