Discurso de la Presidenta: ¿ Qué hay de nuevo?

 

Por :

Dr. Mario Villalobos T.

Cirujano Odontólogo

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Decepcionante, es la palabra más suave que se me ocurre para describir lo que me pareció el discurso de la presidenta.

En el discurso que emitio la mandataria   abordo temas de la contingencia politica  y  no se escuchó  nada que la opinión pública no conociera o ya no hubiese sido condenado con anterioridad, solo generalidades.

Un país completo ha condenado los abusos cometidos por políticos y empresarios irresponsables. Sí bién….. pero existen leyes para combatirlos, eso parece que no es suficiente y sería necesario ir mas allá. Como se ha visto, lo que ha faltado es voluntad real para perseguirlos y la Presidenta no mencionó ni una sola palabra al respecto.

 

Ni una palabra de condena moral para el tráfico de influencias que claramente inspiró el negocio de su hijo, no se hizo ni un anuncio en relación a sus ministros cuestionados por boletas truchas, no se hizo una condena alguna o siquiera mención acerca de los parlamentarios que cometieron delitos en el ámbito electoral y, lo peor, sobre aquellos involucrados en casos de corrupción.

 

Este es un gobierno que posee poseía una gran mayoría al comienzo de su mandato, la cual era absolutamente circunstancial, que se ha ido diluyendo con el paso del tiempo, con la evidencia de que se ha venido a improvisar. La demostración patente de ello se manifiesta en unas reformas que cuentan con un gran rechazo ciudadano. Por ello, anunciar el inicio de un debate de una nueva Constitución es una actitud miope, de espaldas a la ciudadanía, que condiciona inmediatamente la discusión de todos los puntos anteriores.

 

Al final parece que este discurso lleno de vaguedades es un traje hecho a la medida es para empatar y ganar tiempo, cediendo a las presiones de los sectores mas duros de la Nueva Mayoría.

 

¿Digo que la Constitución no deba cambiarse? ¡NO! Lo que vengo a decir es que aquella es otra discusión. La ciudadanía es testigo que ninguno de los problemas que tenemos hoy es de origen constitucional. Por lo pronto son éticos – y esos no se resuelven por esa vía constitucional- o son francamente delictuales y para eso tenemos herramientas de sobra.

 

Los partidarios de promover una nueva Constitución ahora pueden estar tranquilos que los recursos para promover sus ideas vendrán desde el Estado, el cual tendrá que hacer milagros para solventar tantos nuevos compromisos y demandas que el futuro cercano le demandará.

 

En definitiva, hoy no tuvimos un”iremos hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga” que seguramente la ciudadanía esperaba escuchar para recobrar la confianza en sus autoridades y recomponer la tan maltraída fe pública.

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