OPINIÓN

Educar en todo momento. ( Felipe J. Vásquez Moya , Educador )

 

Este año 2022, afortunadamente la vida en forma gradual y paulatina está regresando a cierta “normalidad”, ya podemos ir a lugares que en Pandemia no se permitía, juntarnos entre grupo de personas, ir al colegio, universidades, trabajo y los más importante en forma presencial. Pero después de este largo y “doloroso” encierro, ha marcado y modificado la forma de actuar de cada uno de nosotros. Muchas personas de todas las edades se ofuscan, agreden, insultan, humillan, irrumpe a la menor acción que considere que lo afecta.

En muchos casos se observa una sobre reacción, una respuesta en extremo agresiva, que se manifiesta con muchísima facilidad, una rabia contenida, explosiva,  que aflora al primer desencuentro y que es transversal,  desde los niños hasta los adultos.

Esta irritabilidad muchas veces desencadena en actos de violencia, groserías y un amedrantamiento hacia otras personas. Estos actos podemos analizarlos de muchas formas y diferentes ópticas para tratar de entender o justificar, pero quiero concentrar mis comentarios, en tratar de proponer humildemente 4 acciones para ser parte de una  “Solución”.

Primero: debemos predicar con el ejemplo, no podemos culpar a los menores de actos de violencia, si lo que observan constantemente en sus casas, en la calle, con los amigos y en diferentes lugares, es una constante cólera reactiva, en consecuencia, debemos tratar de dar el ejemplo, no agredir de ninguna forma a otras personas, tenga o no tenga la razón, esto no quiere decir en ningún caso, dejarnos pasar a llevar, por el contrario al responder en forma grosera y agresiva, estamos insultando nuestra propia prudencia, inteligencia y coherencia en el actuar como seres humanos.

Segundo: debemos encontrar un punto de encuentro entre derecho y deberes, se observa una sobrevaloración a los derechos por parte de todos, pero no así, un respeto vinculante con las obligaciones. Ambas deben ir juntas y siempre muy ligadas, no puede existir una sin la otra, en un actuar consecuente y razonable.

Tercero: Confiar en las personas, en su labor, en su expertiz, en su forma de atender, en la forma de relacionarnos, esperar de las otras personas lo mejor. Ser optimistas y trascender por nuestros actos correctos, empáticos y alegres.

Cuarto: actuar con AMOR, con afecto, tratar en este momento tan complejo, de tener una EMPATIA máxima con todas las personas.

 

Existe un concepto y filosofía Japones, que considero muy útil y práctico para aplicar en el actual contexto, la ideología del “Kai-zen” que trata entre sus diferentes variables, un punto en particular que indica, tratar de mejorar todos los días un 1% – Este porcentaje de mejora, puede parecer ínfimos y poco significativo, pero no olvide que es a diario, y al finalizar un año, ese porcentaje sube exponencialmente.

La filosofía Kaizen, no se aplica como una imposición “Sine qua non”, más bien, debe entenderse, como un esfuerzo voluntario para mejorar todos los días a lo menos un 1%, en cualquier cosa y ámbito que me desenvuelva, en especial como padre o educador,  en todo debo tratar de mejorar, como: las clases, en las relaciones con otras personas, en mi trabajo, con la familia, con las mascotas, con la pareja, con mis alumnos, en cualquier espacio de acción, el objetivo es TRATAR DE MEJORAR.

 

La idea final, es centrar todos nuestros esfuerzos en perfeccionar nuestra forma de relacionarnos como seres humanos, tratar cada día de mejorar en algo… ya que nuestros niños y niñas nos observan, aprenden de nosotros e imitan nuestros actos… seamos entonces noble recipiendarios de sus confianzas y “modelos” dignos de seguir.

 

 

 

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