El desolador paisaje desde Puerto Varas a Ralún

Amaneció nublado en Puerto Montt, condición que no cambió al llegar a Puerto Varas. Pero mientras nos dirigíamos por la ruta a Ensenada, poco a poco las nubes comenzaron a disiparse y el imponente volcán Osorno empezaba a aparecer.

Sin embargo el Calbuco, el protagonista de la noticia durante esta semana, se negaba a salir entre las nubes y la fumarola que aún emanaba de su cráter.

El objetivo era presenciar en vivo y en directo los daños dejados por el macizo, situación que no se apreciaba para nada en los primeros kilómetros de la Ruta 225. Incluso, los verdes prados, los árboles imponentes y los animales como vacas, chanchos y ovejas se mantenían en el paisaje, como ha sido característico por años en la zona.

Pero desde el kilómetro 32 paulatinamente empezó a aparecer en el camino una especie de ripio, aunque nunca nos imaginamos el escenario que nos encontraríamos más tarde.

EL GOLPE EN ENSENADA

Entrando a Ensenada, poco a poco los terrenos se iban tiñendo de un triste y desolador gris. Llamó la atención la gran cantidad de material piroclástico en las techumbres de las casas del sector, aunque las viviendas se mantenían en pie.

Sin embargo la realidad era totalmente distinta ya estando en Ensenada mismo, donde impresionó ver casas y restaurantes en el suelo debido al peso de la gravilla caída desde el cráter del Calbuco.

Pero también impresionó la fuerza y decisión de sus dueños, los que con una pala y una carretilla estaban limpiando y levantando el fruto de años de su esfuerzo personal. Es el caso de Ronnie Alvarado, dueño del restaurante Bordelago, quien no duda en levantarse y salir adelante nuevamente. “Obvio que lo voy a levantar, ya desde el lunes voy a ver cómo paro mi restaurante lo antes posible”, afirmó.

TRISTE GRIS

Otra característica del triste paisaje eran las maquinarias que seguían trabajando para despejar el material volcánico que había en el camino y que ralentizaba el tránsito.

Fuente directa: www.lanacion.cl

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