El embajador ruso que protagoniza el escándalo que golpea a Trump

Los contactos de Serguei Kislyak con miembros del gabinete abrieron una nueva crisis en la Casa Blanca. El fiscal general, Jeff Sessions, está siendo cuestionado por reunirse con el diplomático en dos ocasiones.

Es el hombre del momento, pero no mucho se sabe del actual embajador de Rusia en Estados Unidos, Serguei Kislyak, un veterano de la Guerra Fría. El diplomático conoce bien los entretelones y laberintos políticos de Washington, ya que prácticamente ha alternado su país natal con esta ciudad desde hace más de 30 años. Se especula también que podría tratarse de una suerte de reclutador de espías, según CNN.

Kislyak está en el centro de una tormenta política que tiene contra las cuerdas al gobierno de Donald Trump. Esto, por las reuniones que mantuvo antes y después de las elecciones de noviembre, con funcionarios clave de la nueva administración estadounidense. En ese sentido, el viernes el fiscal general, Jeff Sessions, anunció que se recusará de la indagatoria liderada por el Departamento de Justicia -su propia cartera- por la supuesta injerencia de Rusia durante la campaña norteamericana.

El fiscal mantuvo dos encuentros con el embajador Kislyak durante la campaña que le entregó la victoria a Donald Trump, pero Sessions está muy complicado porque esas reuniones no fueron reveladas durante su proceso de confirmación en el Senado.

Las revelaciones también salpican a Trump. Los contactos entre miembros de su administración y el embajador ruso -ingeniero de profesión- ya habían provocado una baja: la del ahora ex consejero Seguridad Nacional, el general Michael Flynn, quien dejó su cargo a mediados de febrero luego que la prensa revelara sus contactos telefónicos frecuentes con Kislyak durante la campaña, hecho que tampoco se transparentó durante su confirmación en el Congreso.

La polémica gira en relación a dos encuentros clave entre Sessions y el embajador ruso, uno en julio y otro en septiembre, cuando se discutía la participación de Rusia en el hackeo y la divulgación de cuentas de correo electrónico a dirigentes demócratas en plena campaña. La presunta injerencia del Kremlin en la contienda electoral estadounidense provocó en esos momentos una tormenta política y perjudicó a Hillary Clinton.

El próximo blanco de esta creciente controversia podría ser el yerno de Trump, Jared Kushner, quien también se reunió con el embajador en la Torre Trump en diciembre.

El embajador Kislyak, de 66 años, es una figura conocida en Washington y con una amplia red de contactos. Mal que mal ha ocupado casi todos los cargos en la cancillería. Fue designado embajador en 2008, durante el gobierno de Barack Obama, pero ha estado alternando su presencia entre Estados Unidos y Rusia durante casi toda su carrera.

Fue miembro de la delegación soviética a la ONU en los años 80. El embajador ruso es experto en temas de desarme y trabajó en este tema para el Kremlin en los 90. Luego fue representante de su país ante la OTAN y embajador de Rusia en Bélgica. Antes de volver a Washington, fue viceministro de Relaciones Exteriores.

Funcionarios de la inteligencia estadounidense, de la administración actual y la anterior consideran, según la cadena CNN, que el embajador es un espía de alto rango y también una especie de “reclutador en jefe” de otros agentes, pero el Kremlin lo niega.

Bajo su liderazgo como embajador, 10 espías rusos fueron expulsados de Estados Unidos en 2010 y también otros 35 miembros de su personal luego que las agencias de inteligencia corroboraran que Moscú logró influir en las elecciones.

Se considera a Kislyak como una figura que suele defender a Rusia de todas las acusaciones -incluyendo las de ciberespionaje- pero también como un optimista de una mejora entre las relaciones entre la Casa Blanca y el Kremlin.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba