Ingenieros chilenos desarrollan aisladores sísmicos orgánicos

La innovación tecnológica es capaz de reducir ocho veces los daños ocasionados por un terremoto en viviendas básicas, obras públicas y patrimoniales. Otra alternativa que ya están probando los profesionales es la disipación de energía.

 

Dos llamativas modalidades que contribuirían a disminuir considerablemente los daños estructurales que ocasionan los terremotos, fueron desarrolladas por ingenieros chilenos de la Fundación Imagen de Chile y la Escuela de Ingeniería de la Universidad Católica (UC) y ya se están aplicando para medir su efectividad.

La primera innovación consiste en aisladores sísmicos orgánicos están hechos de goma orgánica, un producto natural cuya elasticidad no ha podido ser igualada por materiales sintéticos, permitiendo su duración hasta 50 años con un desgaste no superior al 10%. Lo más beneficioso de esta innovación es su valor, puesto que sólo alcanza a unos US$ 75,1 por metro cuadrado de superficie.

«Cuando tienes un edificio fijo al suelo y comienza a temblar, la estructura vibra. Es esta vibración la que causa la distorsión de los elementos. Entonces lo que queremos, conceptualmente, es colgar ese edificio del cielo para que éste no toque el suelo y así no se mueva. Eso son los aisladores sísmicos, que hacen que el edificio resbale con respecto al movimiento bajo de él”, explicó el decano de la Escuela de Ingeniería de la UC, Juan Carlos de la Llera.

Actualmente esta tecnología se está implementando en un conjunto de viviendas básicas en la localidad de Santa Cruz, en la región de O’Higgins en la zona central del país. También ha sido incorporada en la Basílica de El Salvador, construida en 1874 y ubicada en el centro de Santiago que actualmente está con peligro de derrumbe a causa de los daños que sufrió en los terremotos de 1985 y 2010.

“Construimos un zócalo por debajo de la basílica, sin tocar la nave central. Esto nos permitió soportar toda la estructura e instalar los aisladores sísmicos para evitar que cualquier otro movimiento de la tierra la pudiera derrumbar”, ejemplificó el ingeniero.

La segunda opción creada por los científicos estructurales es la disipación de energía, que es un sistema de amortiguación similar al de los vehículos cuando éstos pasan por terrenos irregularidades.

“Eso es lo mismo que nosotros estamos aplicando dentro de los edificios. La idea es incorporar al edificio componentes para que disipen toda la energía del terremoto”, explicó De la Llera, subrayando que esta modalidad ya está implementada en el 80% de los edificios más altos de Perú, proyecto en el que los expertos han participado como asesores.

Esta tecnología, que tiene como objetivo ser exportable a otras latitudes, fue posible debido a que Chile es considerado un “laboratorio sísmico” por sus regulares eventos telúricos, lo que permite a los científicos probar todos los avances con episodios reales como el de 8,8 grados Richter ocurrido el 27/F de 2010.

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