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Investigadores detectaron que cenizas de incendio en Tierra del Fuego llegaron hasta la Antártica

La estación de vigilancia atmosférica que mantiene el Grupo de Investigación Antártica de la Universidad de Santiago en la Isla Rey detectó el pasado 5 de noviembre la llegada de cenizas provenientes de un incendio forestal en Tierra del Fuego, a 1.044 kilómetros de distancia. 

El hallazgo lo realizó el equipo Laser Imaging Detection and Ranging (Lidar), un aparato que funciona como un radar láser cuyo rayo se dirige hacia arriba, para identificar los componentes que están rondando en el cielo, junto con un tipo de telescopio que mide cómo, al rebotar con ellos, la luz se dispersa, indicó Las Últimas Noticias. 

Raúl Cordero, climatólogo y director del equipo de investigaciones, explicó que «si el láser encuentra partículas en suspensión se va a dispersar. Midiendo la dispersión de la luz láser, uno puede determinar qué es lo que hay en la atmósfera, porque la dispersión es diferente si lo que encuentra es ceniza, hielo o agua».

«A veces llega una nube de otra cosa. En este caso llegó una pluma, una nube de material particulado que probablemente incluye carbono negro. Cuando hay un incendio forestal, mucho de ese humo negro que uno ve es material particulado, hollín», detalló el climatólogo.

El pasado 6 de noviembre, el diario Río Negro de Argentina publicó que las llamas de un incendio en ese lugar ya habían destruido 5.000 hectáreas de bosque nativo en la Reserva Natural Corazón de la Isla. 

Sus partículas fueron detectadas a dos y cuatro kilómetros de altura y los investigadores además examinaron la trayectoria de los vientos de ese día, confirmando así que era ceniza. 

Las partículas son perjudiciales, ya que «al depositarse, oscurecen la nieve y hacen que se derrita más rápido. La nieve es blanca y refleja la radiación, pero cuando se oscurece la absorbe y se derrite más rápido. Cualquier incursión de carbono negro, de hollín, es veneno para la Antártica», explicó Cordero.

Esta situación ya había ocurrido en el año 2020, cuando en enero la estación de vigilancia atmosférica detectó partículas que provenían de incendios en Australia.

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