OPINIÓN

“Maduro: El invitado de piedra” por Álvaro Iriarte -Director de Investigación Instituto Res Publica

La situación en Venezuela es dramática. Los efectos de la revolución bolivariana se hacen sentir con fuerza, y el que fuera uno de los países más ricos y desarrollados de América Latina hoy se hunde en la pobreza extrema y el caos absoluto. La sociedad venezolana se encuentra fragmentada, polarizada y con una violencia creciente.

A raíz del cambio de mando en Chile para el próximo 11 de marzo, la figura de Nicolás Maduro se ha vuelto el punto de la discordia. Su presencia no ha sido confirmada y sin embargo ya genera divisiones en la sociedad chilena. De un lado, todos quienes creen en la dignidad de la persona y el respeto de los derechos esenciales de las personas se oponen a su visita, pues consideran que la señal que se dará a la comunidad internacional es errada, una suerte de aprobación tácita de esa dictadura y de sus abusos. Se trata de un grupo transversal, que incluye desde la derecha política hasta la Democracia Cristiana. En la otra vereda, los partidarios de las dictaduras comunistas, del socialismo y el populismo del siglo XXI -encabezados por el Partido Comunista-, defienden hasta la irracionalidad a Maduro, su gobierno y el legado de Hugo Chávez.

La diáspora venezolana sigue creciendo, y Chile ha estado recibiendo desde hace un tiempo a venezolanos que, desesperados por la situación que aqueja su país, tomaron la difícil decisión de abandonarlo todo para comenzar una nueva vida. Incluso ex magistrados de justicia han buscado asilo en Chile. No se requiere ser un experto en relaciones internacionales para advertir que el gobierno está en una situación incómoda: la opinión pública internacional condena el régimen de Maduro como antidemocrático, pero el alma de izquierda de la Presidenta y su equipo busca evitar condenas y acciones concretas, en una suerte de nostalgia revolucionaria.

¿En qué punto la tradición diplomática de invitar a los jefes de estados de otros países a la ceremonia de cambio de mando se convierte en una herramienta para otorgar una aprobación silenciosa a regímenes que abusan los derechos de los ciudadanos? Cuando se trata de este tipo de regímenes, no tiene sentido distinguir entre Estado y Gobierno, pues se hacen uno solo y es por tanto ilegítimo. Así el líder del régimen de Venezuela es el invitado de piedra a un acto eminentemente democrático.  Otro tanto podría decirse de la dictadura de Castro en Cuba. Por supuesto, toda nuestra solidaridad está con el pueblo venezolano y el cubano.

 

 

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