PAÍS

Ministro Delgado se excusó con Adriana Muñoz tras desaire en La Moneda

El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, se excusó ante la presidenta del Senado, Adriana Muñoz, tras el incómodo momento vivido el viernes en el Palacio de La Moneda, cuando los principales representantes de los poderes del Estado la dejaron hablando sola en la conferencia de prensa.

La actitud de los presentes, incluyendo la de Sebastián Piñera, motivó fuertes críticas ciudadanas y de la oposición: Muñoz -la segunda mayor autoridad del país- quedó sola, justo tras una reunión convocada por el Gobierno para analizar, en el marco de un «acuerdo nacional», la crisis de violencia en la macrozona sur: se acusó «falta de respeto», mala educación y machismo.

Según El Mercurio, fuentes cercanas a Muñoz y al Gobierno revelaron que el ministro Delgado se contactó con la presidenta del Senado para indicarle que la intención no fue dejarla hablando sola, sino que se trató de una descoordinación y sólo se buscó respetar los protocolos habituales para este tipo de actividades.

Lejos de una disculpa, el tono de la llamada fue en miras a superar rápidamente el impasse en la previa al inicio de la actividad legislativa, para que ésta no se vea empañada por el hecho.

CARLOS PEÑA: «A FALTA DE IDEAS, SIMULACROS DE PERFORMANCE»

El incidente en cuestión fue abordado también, en las mismas páginas de El Mercurio, por el columnista Carlos Peña, quien apuntó que «hay pocas escenas que muestren con más elocuencia el carácter del Presidente y los problemas del Gobierno».

«La escena revela, por enésima vez, el principal problema del Presidente: la carencia total de empatía, lo difícil que le resulta disponerse a atender a las razones y los puntos de vista ajenos«, escribió el rector de la Universidad Diego Portales.

Para Peña, «el Presidente es de esas personas que necesita audiencias, espectadores (por eso se le ve muy cómodo en sus cada vez más frecuentes intervenciones televisivas)», donde «prescinde con total naturalidad de interlocutores, porque parece creer que no puede haber nada muy valioso en ellos y (…) oírlos más allá de lo estrictamente indispensable, es una pérdida de tiempo».

Incluso por sobre eso, apuntó el abogado, «lo que puso de manifiesto esa escena (en La Moneda) es lo que se pudiera llamar la dimensión puramente performativa que el Gobierno, sabiendo que ya languidece, se ha dedicado a practicar».

«Los anuncios de querellas frente a la violencia callejera, o la que ocurre en La Araucanía; la convocatoria a un gran acuerdo nacional; las reuniones para resolver la cuestión educacional, etcétera, son todos gestos cuidadosamente diseñados —pobres performances— para dar la impresión de que el problema de la violencia está siendo abordado; que los pueblos originarios serán reconocidos como sujeto; que el Gobierno podrá crear las condiciones para volver a clases, etcétera», apuntó.

Sin embargo, «la violencia sigue allí, (…) el acuerdo nacional no tiene demasiado sentido, porque ningún gobierno necesita un acuerdo para cumplir y hacer cumplir la ley» y, finalmente, «con pandemia o sin ella, nadie necesitaba enterarse de que la decisión que el niño vaya o no a la escuela es de la familia».

«En suma, el problema del Gobierno es que, a falta de discurso, de ideas y claridad en lo que tiene que hacer, o dejar de hacer o impedir, (…) ha creído encontrar en los simulacros de performance un sustituto. Y es probable que crea ver en ellos una manera de aparecer al mando del timón sin los inconvenientes que acarrea conducir el barco, algo que siempre supone el riesgo de un motín en la marinería, es decir, en el conjunto de los ciudadanos», sentenció Carlos Peña.

 

cooperativa.cl

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