OPINIÓN

No más convención constitucional ( Patricio Urquieta García, Ex Intendente de la Región de Atacama )

 

 

Aún cuando las normas constitucionales transitorias indicaron que si se rechaza la propuesta de la convención seguirá vigente nuestra actual Constitución, podríamos adelantar 3 motivos principales para impulsar cambios sin tener otra convención constituyente.

 

El primero es que la gente no quiere más políticos, sino políticos que hagan bien su trabajo.  Si parte del mundo político espera que la gente acepte más ocasiones para evidenciar un fraude político y realizar un gasto desmedido de los recursos de todos los chilenos, está equivocado.  Todos esperamos que el trabajo político atienda las necesidades de la gente, y no que aquel nos conduzca a un fracaso probado en experiencias extranjeras que hasta hoy sufren la desesperanza ante un sistema de extrema izquierda que los gobierna.

 

El segundo es que el proceso constitucional es una trampa intelectual y un fraude político. La gente quiere cambios que mejoren su vida.  Que mejore la seguridad, la salud, el trabajo, el acceso a la vivienda, la educación, las pensiones, el medio ambiente, entre otras; y la izquierda afirma que la única manera de lograrlo es una nueva Constitución.  Lo mismo que dijeron en Venezuela o en Bolivia.  El propósito de esa nueva Constitución – reclamada como indispensable por la izquierda – es destruir la identidad nacional, refundar nuestras instituciones para convertirlas en un botín y categorizar a los chilenos, representando una desconexión insalvable con los anhelos del país.

 

La tercera es que la gente está decidida a hacer cambios, pero no a cualquier costo. Se requiere una vía eficaz, que haga las cosas bien sin que los chilenos tengan que pagar más (suficiente es el aumento del costo de la vida con el desempeño del Gobierno del Presidente Boric).

 

Los cambios esperados por la gente pueden realizarse con la institucionalidad que existe; no exigen una nueva Constitución, ni más políticos. El punto es que la conducción de esa institucionalidad la tiene el electorado. Si elegimos políticos dispuestos a sacrificar los valores republicanos y la historia de nuestro país, no podemos esperar que mejoren nuestras condiciones de vida, o que funcionen las instituciones. Lo que nos dejan es una deformación de la realidad que vivimos. Tendremos que asumir que la responsabilidad de elegir bien y de exigir sensatez en la labor política la tenemos los chilenos.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba