OPINIÓN
“Pandemia y trabajadores de la Salud: Cuidar a los que nos cuidan” Por Fernando Cortés, Director Carrera de Enfermería / UCEN región Coquimbo

El personal sanitario está teniendo una mayor carga laboral, enfrentan grandes cambios en el funcionamiento de sus lugares de trabajo y en las tareas habituales, a veces deben tomar decisiones tan difíciles como la priorización de atención a pacientes. Están más expuestos al contagio y se preocupan por la posibilidad de transmitir la infección a su familia y/o circula cercano.
El compromiso y vocación los hace cumplir sus labores de atención en las comunidades, sin embargo, tienen miedo y están estresadas y estresados.
Está claro que en un escenario de pandemia hay efectos inevitables en la salud mental, por ejemplo, aquellos “normales” como ansiedad, rabia, angustia, nerviosismo, insomnio, falta de concentración, entre otros.
Pero mientras más prolongado el tiempo de distanciamiento social, aislamiento y falta de previsión de un plazo de término para el cambio de rutina, más grave la situación, lo que puede acarrear la aparición de posibles trastornos adaptativos, duelo, depresión, alteraciones ansiosas y por estrés agudo o postraumático, abuso de sustancias, suicidio, entre otros.
En tiempos de miedo e incertidumbre, cuando las amenazas a la propia supervivencia y la de los demás se convierten en un problema de la vida diaria; la salud mental no pude esperar y se debe ir en paralelo con preservar la vida de los pacientes.
Por lo anterior es importante abordar el componente como eje transversal prioritario que impregne todas las actuaciones en la situación de emergencia para el abordaje efectivo de la pandemia y la disminución de sus consecuencias a corto, mediano y largo plazo.
Es fundamental una coordinación de los distintos actores que participan en la respuesta, así como un adecuado financiamiento, para brindar con suma urgencia el cuidado de la salud mental de trabajadoras y trabajadores de salud y cuidar a quienes nos cuidan.

OPINIÓN
«Cómo avanzar hacia ciudades inclusivas y seguras» Por Olivia Fox Pedraza, (Arquitecta, académica UCEN Coquimbo)

Actualmente el debate de cómo logramos ciudades más inclusivas para todos/as se ha vuelto un tema creciente en la planificación urbana y en la discusión ciudadana. Sin embargo, a pesar de la irrupción con fuerza de la reivindicación de los derechos de las mujeres a ser parte de la esfera pública – evidente a través de diversos movimientos feministas y avances teóricos – persiste la inequidad en el acceso femenino a los procesos urbanos y socioculturales que construyen el espacio que cohabitamos.
Las ciudades históricamente se han erigido desde un punto de vista androcéntrico, pensado para un usuario tipo (hombre, joven y sin problemas de movilidad), invisibilizando y marginando la experiencia y el derecho de participar a un espacio que debiese acoger todas las diversidades.
En este sentido, abordar la planificación de los asentamientos urbanos, considerando una perspectiva de género, nos ayudaría a tener ciudades más heterogéneas y seguras, sobre todo para las mujeres y niñas, que son las que vivencian actualmente, sus barrios, plazas y calles, desde el miedo e inseguridad.
De acuerdo con la última encuesta nacional urbana de seguridad ciudadana (INE,2021), este grupo es el que percibe mayor inseguridad en estos lugares y son proporcionalmente más víctimas de delitos que los hombres. A nivel nacional un 71,2% de mujeres dice sentirse vulnerable, con miedo a caminar por la calle cuando ya está oscuro.
Los desafíos desde la academia, particularmente en la carrera de arquitectura apuntan a proyectar incluyendo un enfoque de género, particularmente en las asignaturas de taller arquitectónico y urbano. Por ejemplo, diseñando vías de circulación peatonal que consideren espacios visualmente despejados, iluminados y con accesibilidad inclusiva. No solo lo público debe ser repensado, la vivienda también, ya que es en ella donde se siguen perpetuando roles de género que han sido impuestos por la sociedad y la cultura.
En este sentido es relevante sensibilizar a la comunidad universitaria y a la sociedad en general sobre estas problemáticas, partiendo de la base de que los espacios públicos no son neutros. Hay que avanzar en la superación de las barreras que impiden su uso y disfrute, orientándonos a una ciudad más amigable para todas y todos.
OPINIÓN
Día de la Infancia. El gran desafío de respetar sus derechos ( Por Carolina Cortés Henríquez, Directora Sename Atacama.)

La Declaración de los Derechos del Niño -proclamada por las Naciones Unidas- fue aprobada el 20 de noviembre de 1989, determinando la fecha como el Día Internacional de la Infancia. Esta conmemoración tiene como objetivo la promoción del bienestar de los menores de edad. En este contexto, desde el primer momento que nos hicimos parte de la Convención como país, nos comprometimos a una serie de acciones para realizar como Estado. Una transformación de la situación de la infancia y adolescencia en Chile.
Esta transformación parte por tener la convicción de que las personas menores de 18 años precisan atención y protección especiales. El cambio de perspectiva que se debe generar, con miras a la infancia plena, indica, a partir de este tratado, que niños y niñas ya no deben considerarse propiedad de los padres y madres, ni beneficiarios indefensos de una obra de caridad. Son seres humanos titulares de sus propios derechos.
Por y para ello se les debe asegurar el acceso a la salud y a la educación, generar todo lo necesario para que puedan desarrollar plenamente su personalidad, habilidades y talentos. Para que crezcan en un ambiente de felicidad, amor y comprensión y reciban información sobre la manera en que pueden alcanzar sus derechos y participar en dicho proceso de una forma accesible y activa.
Uno de los principios fundantes que es transversal a las medidas que debemos tomar como Estado es la no discriminación. En este sentido, se ha problematizado el bullying transfóbico y homofóbico en los centros educativos, así como en otras instancias de la vida cotidiana de niños niñas y adolescentes en nuestro país. Se ha encontrado una forma de discriminación activa y preocupante en estos espacios. Estas dinámicas discriminatorias han tenido consecuencias desastrosas en el desarrollo de la infancia y adolescencia en Chile.
Para ahondar en el análisis, puedo mencionar que no sólo se vulnera el principio de no discriminación sino también el derecho a la educación de los afectados y afectadas. A partir de esta evidencia, se están gestando diversas iniciativas que involucran a las comunidades educativas y docentes, desde un enfoque de derechos humanos.
Es fundamental la incorporación de conceptos y la reflexión en torno a ésta y otras temáticas emergentes y urgentes de abordar. Para respetar la diversidad sexual debemos adquirir conocimientos y superar estigmas y prejuicios personales, comprendiendo finalmente el impacto de las acciones discriminatorias en nuestros niños, niñas y adolescentes, para facilitar el desarrollo pleno e integral, en un ambiente inclusivo y de paz. Se lo debemos.
OPINIÓN
«El después de la Pandemia en la docencia» Por Lucy Bugueño Guajardo, (Académica, U.Central Coquimbo)

Hemos vuelto a la normalidad a un nuevo año presencial en la docencia. Este periodo ha permitido vislumbrar los resultados de estudiar durante la pandemia. En una investigación de campo, entre entrevistas y conversaciones durante el primer semestre, se logra apreciar que el conocimiento previo para algunas asignaturas ha sido al menos un 80% desfavorable, gran parte de los alumnos enuncia que “no aprendió nada» durante la pandemia. De alguna forma, las repetidas expresiones de desconocimiento hacen que el o la docente deba recurrir nivelar en las asignaturas más avanzadas, con la finalidad de poder cumplir los OA, y aunque ha sido un proceso desgastante, nos ha permitido como docentes visualizar algunas carencias que existen en la educación, desde el aprendizaje autónomo, hasta la motivación de estudiar desde el hogar.
Por una parte, en los alumnos de pregrado se presencia en cierta forma, la obligación de estudiar generada por sus padres o un adulto, pues el o la estudiante carece de motivación propia (es más bien una tarea impuesta). Mientras, los estudiantes más “adultos” muestran una responsabilidad mayor, lo que puede entenderse como la metamorfosis de un cambio de paradigma que les permite tomar control de sus decisiones.
También es importante considerar factores externos, por ejemplo, al estudiar desde casa – que se entiende como lugar de descanso – la simple definición de un lugar adecuado donde estudiar, es difícil, por lo que el no generar un ambiente correcto genera que los alumnos prefieren realizar actividades de ocio en un espacio prediseñado para ello. Por tanto, transformarlo en un lugar de estudio implica una transición más lenta.
Esto demuestra de alguna forma que los paradigmas de un sistema desactualizado en la educación siguen latentes hoy en día, y que el cambio que se interpuso durante la pandemia (no implica que no sea bueno) debemos promoverlo a nuestros niños desde pequeños, que los docentes somos un guía y aprender de manera independiente o autónoma es un camino largo, el cual deben transitar.
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