OPINIÓN

Paz para el 2023 ( Rodrigo Rojas Veas, Rector Santo Tomás Copiapó )

 

Estamos cerrando un año más y es la hora del habitual ejercicio de los balances y de los deseos para el año que se avecina. A riesgo de ser grandilocuente e incluso repetitivo en el uso de los adjetivos, tengo la convicción de que este 2022 cerrará como él o uno de los años más difíciles y tortuosos, no solo para nuestra región o el país, sino para el mundo. Al hecho de estar saliendo, con avances y retrocesos, de la catástrofe pandémica y cuando avizorábamos la luz al final del túnel, nos toca sufrir con los efectos de un conflicto bélico de alcances planetarios como es la guerra desatada por Rusia y su invasión a Ucrania. La inestabilidad provocada por este conflicto ha castigado a todo el orbe y como siempre nos toca constatar que sus consecuencias resultan ser más intensas para las personas más vulnerables, las que ven como se deteriora su calidad de vida y su acceso a bienes y servicios producto de decisiones y situaciones que ocurren a miles de kilómetros de distancia, una de las derivaciones no deseadas de la globalización y de la interdependencia.

En nuestra región, la constante parece ser la inestabilidad política y social que acecha al cono sur de nuestro continente. Miramos a Perú con su permanente crisis política, ahora exacerbada por un rocambolesco intento de autogolpe y observamos a nuestros vecinos argentinos con su rampante aumento de los niveles de pobreza y su perenne conflicto sociopolítico que ellos han denominado como “la grieta”, símbolo de una división asumida como insalvable. Para Chile, el panorama no resulta ser particularmente auspicioso, aun cuando podamos asumir con optimismo el haber encauzado el proceso constitucional por vías institucionales, las que nos permiten procesar de manera ordenada la necesidad de dotarnos de una nueva carta magna y asumir así el contundente mensaje de los electores en el plebiscito del 4 de septiembre de este 2022.

Es en lo cotidiano en lo que aprecio se encuentra nuestra gran deuda y las mayores dudas respecto de nuestra capacidad de resolución visto lo enervado del debate que nos ofrecen los agentes políticos responsables de ella. Nos enfrentamos a panoramas poco alentadores en materias tan relevantes para el chileno/a medio, como lo son la seguridad ciudadana, el control de la inflación, la inversión, el crecimiento, la generación de empleo, el control de la inmigración, la recuperación de la Educación, la atención oportuna en salud. Temas de arrastre, varios de ellos, y otros que se han ido problematizando luego de decenios en que los dábamos por resueltos, confirmando que las fortalezas se deben cuidar como cimientos.

¿Una visión realista o negativa?… ¿una constatación de hechos o una apología del desastre? Usted dirá. Mi humilde deseo para el año 2023 es que haya paz para todos. Una paz que solo será posible si todos los hombres y mujeres de buena voluntad contribuyen para ella.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba