Senador Marco Rubio anunciará este lunes su candidatura a la presidencia de EEUU

El senador Marco Rubio seguirá mañana los pasos de Hillary Clinton y hará su esperado «gran anuncio»: quiere ser la gran esperanza republicana y convertirse en 2016 en el primer presidente de origen latino de Estados Unidos. 

Rubio hará el anuncio de mañana en la emblemática Torre de la Libertad de Miami, adonde llegaban en los años 60 los refugiados cubanos que huían de la isla tras el triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro. No es el caso de los padres de Rubio, que emigraron antes, en 1956.

El senador se convertirá oficialmente en el tercer candidato republicano tras Ted Cruz y Rand Paul, mientras se da también por segura la candidatura de Jeb Bush, hermano e hijo de presidentes y mentor de Rubio en Florida.

Familia, simpatizantes y donantes darán su apoyo al senador cubano-estadounidense por Florida, que fuera de la Torre de la Libertad comprobará la resistencia que despierta entre los jóvenes latinos por sus idas y vueltas en cuanto a la esperada reforma migratoria.

«Estaremos ahí con un grupo más grande haciendo un rally (manifestación) contra él», dijo a dpa un portavoz de la asociación SWER, Students Working for Equal Rights (Estudiantes por la Igualdad de Derechos).

El grupo está formado por «dreamers», los jóvenes que llegaron siendo niños a Estados Unidos de forma ilegal junto a sus padres, que se han formado en el país de acogida pero que no tienen documentos que los reconozcan, por lo que temen ser deportados.

Rubio tratará al menos de que nadie estropee en directo su anuncio como ya pasó el 20 de febrero, cuando una decena de jóvenes inmigrantes hispanos indocumentados boicoteó la presentación en Miami de su libro «American Dreams».

Los estudiantes quieren volver a reprochar mañana al senador y a su partido que no aprueben la reforma migratoria y que estén combatiendo las medidas ejecutivas que el presidente, el demócrata Barack Obama, tomó en 2012 y en noviembre del año pasado para frenar la deportación de millones de indocumentados, casi todos de origen hispano.

La protesta contrasta con el hecho de que a Rubio, de sólo 43 años, se le vea como el líder que hará que los republicanos ganen votos entre la población joven y entre los latinos, dos sectores básicos para que puedan recuperar en 2016 la Casa Blanca.

Los hispanos apoyaron a Obama claramente en 2008 y sobre todo en 2012, cuando logró el 71 por ciento de respaldo por el 27 por ciento de su rival republicano, Mitt Romney. George W. Bush alcanzó el 40 por ciento en 2004, cifra de apoyo a la que los analistas republicanos consideran básico acercarse de nuevo en 2016.

Por eso y por su origen latino (habla perfectamente español), Rubio alzó la voz en materia migratoria. Defendió durante meses una ley de reforma en el Senado, donde republicanos y demócratas se pusieron de acuerdo en un proyecto que luego la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, ni votó.

Por ello, Obama decidió tras las elecciones legislativas de 2014 tomar medidas ejecutivas para frenar las deportaciones de indocumentados. La decisión ha sido contestada por republicanos y por los tribunales. Durante el proceso, Rubio ha dejado de pelear por esa causa y se ha ganado así de nuevo el favor del «establishment» republicano.

«La realidad es que no contamos con los votos para aprobar un proyecto de ley en el Senado o una medida abarcadora», justificó su cambio de opinión, centrándose ahora en la seguridad en la frontera.

Siguiendo el credo que fija en su libro, se espera que Rubio cimente mañana su postulación a presidente en la defensa de la igualdad de oportunidades, de una economía fuerte y del «sueño americano» que sus padres cubanos vivieron.

Dejada la inmigración a un lado, el senador, consciente de quiénes forman el núcleo duro de votantes en Florida, tomó como bandera en los últimos meses la oposición al acercamiento de Estados Unidos a Cuba que muchos incluso en las filas republicanas aprueban y que el sábado se refrendó con la reunión entre Obama y Raúl Castro en la Cumbre de las Américas de Panamá.

DPA

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