Sernageomin investiga meteoritos hallados en el desierto de Atacama

Corresponden a meteoritos de 30 y 300 gramos cada uno.

 

El Servicio Nacional de Geología y Minería (Sernageomin) informó el hallazgo de dos nuevos meteoritos en el desierto de Atacama, de 30 y 300 gramos cada uno, con tamaños entre 4 y 10 cm de largo en el mayor de sus ejes, del tipo rocoso. Tras los análisis en el Laboratorio Químico del Sernageomin, se estableció que los especímenes tienen los componentes típicos de los condritos, minerales ferromagnesianos silicatados, aleaciones de hierro-niquel y sulfuros de hierro, entre otros. Según se informó, el material extraterrestre fue descubierto durante el trabajo en terreno para la elaboración del Mapa de Geología Básica de Chile.

El director nacional de la institución, Rodrigo Álvarez Seguel, informó que “se trata de material relevante, que sin duda incrementa la colección nacional de meteoritos, presente en varias instituciones y personas, y nutre el conocimiento técnico que se puede aportar al país respecto de este tipo de muestras geológicas y su relación con la superficie donde fueron encontradas. Como institución, ya estamos elaborando un protocolo de búsqueda y recuperación de meteoritos para así propiciar la incorporación de esta información a la cartografía geológica. La idea es potenciar el lugar del país en las ciencias geológico-planetarias e interactuar con otras entidades de vanguardia”.

Recientemente, la colección de Chile, albergada en diversas entidades, superó a la de Argentina, con lo cual se convirtió en la más abundante de Sudamérica, pasando de 60 a 500 especímenes entre 2000 y 2015. Pese a ello, la normativa no explicita la propiedad de los meteoritos, con lo cual se ha generado un mercado negro de estos objetos, que entre coleccionistas y curiosos pueden alcanzar los tres mil Euros. Incluso es posible encontrar relojes fabricados de este material.

El geólogo Leonardo Baeza Bravo, de la Unidad de Geoquímica del Sernageomin, especificó que “estos meteoritos fueron encontrados en las cercanías de la localidad de Paposo, en la cordillera de la Costa, en el desierto de Atacama. Se trata de elementos valiosos, no tanto por su tasación en el mercado negro, sino por constituirse en una evidencia científica que incluso, dependiendo de su tipo, puede dar pistas sobre el origen de la vida”.

Para desentrañar conocimientos del hallazgo, se trabaja bajo la hipótesis de que la proveniencia de este material en el Cinturón de Asteroides, el planeta Marte, la Luna y los cometas, convierte a los meteoritos en una fuente de información sobre el origen e historia temprana del Sistema Solar. “Estas piezas son utilizadas para determinar la edad del sol y los planetas y sirven para la comprensión del origen y evolución de la nebulosa solar”, indicó la institución.

Al respecto, explican en el Sernageomin, la teoría moderna sobre el origen del sistema solar y de la diferenciación interna de los planetas terrestres (Mercurio, Venus, Tierra, Marte) está basada, en gran parte, sobre el estudio de meteoritos. Estos hallazgos también permiten estudiar el origen del agua y de la vida.

Los expertos señalan que además de la información intrínseca que se puede extraer de los meteoritos, en el caso de los encontrados en Atacama, se podría obtener información complementaria que permitiría incrementar el conocimiento sobre estas antiguas superficies desérticas, y así entender de mejor forma procesos geomorfológico-climáticos imperantes durante miles de años. Todo esto enriquecería la información asociada a los mapas geológicos que elabora el Sernageomin.

—¿Qué se puede conjeturar gracias a este material?

— A grandes rasgos, el objetivo es caracterizarlos de acuerdo con sus propiedades primarias, que hablan de la historia pre-acrecionaria, las secundarias, que tienen que ver con los cambios químicos y físicos ocurridos cuando fueron parte de un cuerpo parental de mayor tamaño; y terciarias, las que entregan pistas relacionadas a los posibles impactos de alta velocidad sufridos a través de su historia. Con respecto a lo anterior, podemos decir que aún conservan la corteza de fusión que se forma cuando el meteoroide entra a la atmósfera y se funde la superficie del objeto, lo que habla de las estables condiciones climáticas del lugar donde fueron encontrados. Además, los análisis indican que ambos provienen del mismo cuerpo parental asteroidal: son de tipo H. Los diferencia, eso sí, el grado de metamorfismo termal o procesos secundarios que sufrieron en sus cuerpos parentales. Ellos están relacionados a la profundidad que estuvieron sometidos. En este caso, uno de estos meteoritos sufrió mayores cambios debido a que estuvo a mayores profundidades que el otro.

Qué son, cuánto miden, dónde están

Los meteoritos son fragmentos de rocas forjadas en los comienzos de Sistema Solar que caen en la Tierra desde el espacio interplanetario. Permiten conocer datos sobre las etapas previas a la formación del sistema solar. En el caso de aquellos encontrados en el desierto de Chile, también ayudan a estudiar y entender los procesos geomorfológicos y climáticos de las superficies donde se acumulan. Muchos están compuestos por minerales silicatados, como los que forman las rocas ígneas de composición basáltica en la Tierra; otros meteoritos consisten, principalmente, en aleaciones metálicas de hierro y níquel; y finalmente, otros contienen una mezcla de minerales silicatados en una matriz de hierro metálico. Es por esto que una de las clasificaciones más amplias de meteoritos está dada por estas características y corresponde a meteoritos rocosos, metálicos y rocosos-metálicos.

La mayoría de los meteoritos son fragmentos de asteroides que ocurren en un gran número entre las órbitas de Marte y Júpiter. Teniendo esto en consideración, y pensando que el cinturón principal se ubica a distancias aproximadas entre los 2 y 4 unidades astronómicas, que es la unidad de distancia respecto al Sol (1UA=150 millones de kilómetros), y la Tierra a 1 UA, los condritos encontrados podrían haber viajado al menos entre 150 y 450 millones de kilómetros, aproximadamente.

El tamaño de los meteoritos varía entre partículas aún más pequeñas que un grano de arena (micrometeoritos) y algunas decenas de metros de diámetro. El impacto de objetos menores a un metro ocurre diariamente, mientras que el de objetos mayores sucede una vez cada 100 millones de años, aproximadamente.

Eventualmente, masas mayores de meteoritos pueden atravesar la atmósfera y explotar al golpear la superficie, dejando grandes cráteres de impacto, los cuales miden más de 10 veces el diámetro del objeto impactante. La liberación de energía y la inyección de polvo y humo a la atmósfera causan daño ambiental e inesperados cambios climáticos a escala global. Es por esto que en el pasado geológico, el impacto de grandes meteoritos han causado eventos de extinción global, afectando tanto a plantas como a animales, terrestres y marinos.

Se estima que el 70% de los meteoritos caen en el océano y no pueden ser recuperados, mientras que el otro 30% se reparte uniforme y aleatoriamente sobre las superficies de todos continentes. Sin embargo, hay lugares que reúnen condiciones favorables para su recuperación, como los desiertos fríos o calientes (la Antártica o Atacama, por ejemplo) donde las superficies son estables en términos erosivos.

La institución explicó que no es lo mismo que un meteorito caiga en un bosque lluvioso, donde la disponibilidad de agua es enorme, que en un lugar como el desierto, donde la presencia de agua meteórica es casi nula y las superficies son muy estables en términos erosivos. En efecto, la mayor disponibilidad de aguas acelera el proceso de meteorización, o sea la descomposición de rocas y minerales cuando los materiales entran en contacto con la atmósfera, hidrósfera y la biósfera, y como los meteoritos son material que se formó en condiciones extraterrestres, el ambiente de la Tierra hace difícil que se preserven.

Fuente directa: Sernageomin.

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