OPINIÓN

Un Gobierno coherente ( Patricio Urquieta Garcia, ex Intendente de la Región de Atacama )

 

 

Inexperiencia, incapacidad o desprolijidad son los calificativos que recibe – y se ha dado – el Gobierno del Presidente Boric, ante los cambios de opinión injustificados y las erráticas actuaciones que durante el primer año de mandato ha realizado respecto de la seguridad pública, el terrorismo, la inmigración ilegal, la inflación descontrolada, la brecha educacional y el nulo horizonte de crecimiento económico del país.  No comparto esa visión por dos razones.  Por un lado, la descalificación es el arma comunicacional de la izquierda (el insulto es su expresión predilecta, especialmente en los rayados callejeros), y su objetivo es instalar un desprestigio institucional. El punto es que éste trasciende la duración de este Gobierno, y produce un daño sistémico al mundo político.  Por otro, la referida apreciación sobre la (in)capacidad de gobernar desconoce la naturaleza de la ideología que subyace a esta generación política, y oculta la verdad de un proyecto totalitario en curso.

 

La desprolijidad que declaró el Presidente – recurrentemente comentada con motivo de los recientes indultos a personas condenadas por los tribunales de justicia, y los fundamentos que los justificarían – representa un daño institucional grave y un ejercicio inconstitucional de las atribuciones presidenciales. La justificación de la vocera – si hubiera tenido todos los antecedentes, habría sido distinto – es un disfraz de la verdad de este Gobierno, porque saben que resulta inaceptable para la gran mayoría de los chilenos. Y es que este Gobierno no tiene interés en resolver los problemas de los chilenos, sino en concretar (meditadamente) un plan de extrema izquierda en Chile.

 

Nada es una casualidad. Su lucha para derrotar el sistema liberal en la seguridad pública, es liberar a los delincuentes, en lugar de perseguirlos; en el área económica, es tolerar la reducción de los salarios sin tener un plan para enfrentar el mayor costo de la vida (inflación) y el desinterés por invertir en Chile, e inyectar arbitrariedad a la institucionalidad, como ocurrió en la evaluación ambiental de la Planta de Tratamiento en Quilicura; en el área educacional, es llamar a quienes promovieron el cierre de los colegios durante la pandemia, a resolver el “problema” que ellos mismos crearon; en la inmigración ilegal, es ignorarla, y no emplear el estado de excepción en el norte.  En definitiva, que las instituciones no funcionen.

 

Es un Gobierno coherente con su ideología y con su compromiso de derribar la institucionalidad. Por eso, en el marco del nuevo proceso constitucional, los chilenos debemos detener el avance del comunismo en Chile. La elección del Consejo Constitucional debe consignar la moderación y el equilibrio de los chilenos. Espero que la inmensa mayoría de quienes resulten elegidos representen el sentido común, y estén muy lejos del proyecto refundacional de la izquierda chilena.

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