Un negocio inmobiliario que juega con las esperanzas en Tierra Amarilla: Por Oscar Silva Carmona Profesor de estado en Historia y Geografía.

Cualquiera que se acerque a comprender los vericuetos del caso Caval, y la intrincada maraña de intereses desplegados para subir artificialmente el costo de terrenos para la construcción de viviendas, podrá estar de acuerdo que en Tierra Amarilla estamos en presencia de un ejercicio similar.

Los terrenos, que tan férreamente ha buscado habilitar el alcalde de Tierra Amarilla en el sector La Florida, para que sean adquiridos para la construcción de viviendas sociales, han sido sometidos a una especulación inmobiliaria que sería digno de ser investigada. Quien intermedia y puja por dicha compra venta, adquirió una gran cantidad de hectáreas a un razonable precio de mercado, en tanto pretende vender un cuarto de éste terreno a un costo seis veces mayor a lo pagado por el total del paño. Una ganancia fácil, sólo posible gracias a la especulación en torno a la utilización de esos terrenos para la construcción de las esperadas viviendas sociales para la comuna.

Cabe preguntarse quién se beneficia con tremendo negocio inmobiliario, en donde el alcalde de Tierra Amarilla tiene un rol protagónico, y no ha escatimado esfuerzos para presionar descaradamente a las reparticiones públicas para que se le den autorizaciones de uso y construcción para el sector La Florida, sector que desde un punto de vista ambiental y de uso de suelo, no reúne las condiciones para que sea el hogar definitivo de las familias de Tierra Amarilla que esperan por su casa.

Reconocemos la urgencia y la necesidad patente de cientos de familias tierramarillanas que esperan por una solución habitacional definitiva y digna, que se han visto afectadas por una nula política habitacional durante el gobierno de la derecha, y hoy ven entrabadas sus esperanzas por una pésima gestión edilicia.

Nos gustaría poder respondernos porqué el Alcalde Delgado monta un circo en torno a una promesa de compraventa que no es cierta ni efectiva, y que ni siquiera cuenta con las condiciones mínimas para la habitabilidad, sin escatimar en usar la necesidad y urgencia de las mismas familias que esperan por su vivienda, para presionar por su adquisición. Seamos serios, no se puede jugar con las esperanzas de la gente, sólo para asegurar un negocio inmobiliario que favorece a algunos pocos, y juega con las esperanzas y necesidades de muchos.

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