¿Pobres y Ricos? La paradoja de Atacama que muestra la Casen 2015: Director Región de Atacama, Fundación Superación de la Pobreza.

Los resultados de la última encuesta Casen 2015, recientemente entregados por el Ministerio de Desarrollo Social, han puesto de manifiesto una vez más la compleja y paradójica situación que vive nuestra región de Atacama y el desafío que esta lectura de la realidad pone a nuestras políticas sociales. Esto, porque nos entrega dos realidades diametralmente opuestas: por un lado devela que Atacama ha disminuido su porcentaje de pobreza por ingresos, pasando de un 7,3% en 2013 a un 6,9% en 2015, lo que nos ubica como la cuarta región menos pobre del país, lo que podría ser una buena noticia. No obstante por el otro lado,  pese a ser una de las regiones menos pobres por ingresos, Atacama es la segunda región más pobre del país por Pobreza Multidimensional después de Araucanía, alcanzando un 22,6%,  sin considerar el indicador de Entorno y Redes, que se ha incluido para la última medición; y de 26,3% incluyendo el mismo indicador antes señalado.

¿Qué significa esto? Significa que la población regional está sufriendo carencias muy importantes en ámbitos claves del bienestar, como tales como: vivienda, salud, educación, servicios, calidad del agua, la participación, la inclusión y otros. Significa que el indicador tan sintético de la pobreza por ingresos venía, posiblemente, ocultando esta realidad, y significa que tenemos un enorme desafío por delante en términos de realizar mejores diagnósticos de la realidad regional y aplicar políticas coherentes con los problemas propios de la región.

Lo sucedido con la Casen 2015 es un contrasentido que nos hace reflexionar en torno a los cimientos sociales, económicos, medioambientales y culturales sobre los que construimos nuestra región. A modo de ejemplo, tenemos un índice de rezago escolar que alcanza el 3,1% siendo el más alto a nivel país y un 6% de mal nutrición, que representa el segundo porcentaje nacional más alto. Las dimensiones donde tenemos problemas alarmantes como estas deben ser abordadas con urgencia por las políticas sociales, aun cuando sabemos que muchas de las problemáticas requieren soluciones de largo plazo. Un pilar fundamental para abordar los desafíos que nos plantea la pobreza multidimensional sería incorporar a nuestras políticas públicas ejes coherentes con las dimensiones que está mirando esta nueva medición. Sabemos que Atacama tiene demasiados recursos mal explotados, y al igual que el resto del país, sufre con las grandes desigualdades territoriales que condicionan el acceso a las oportunidades.

Para el habitante de Atacama, estos indicadores sintetizan cuestiones que son parte de su cotidianidad, elementos del entorno con lo que han aprendido a vivir, contextos a los que se enfrentan a menudo. Pese a ello es distinto cuando estas situaciones son cuantificadas, y señalan que las personas del territorio que habitamos sufren diversos tipos de pobreza.

Los resultados de la Casen 2015 nos han dejado la sensación de que las políticas sociales siguen estando al debe con los chilenos y chilenas. Mientras analizamos más a fondo todos los datos que aporta el importante instrumento de la Casen, y a la espera de los indicadores comunales, necesitamos comenzar a proyectar participativamente nuestros deseos como región y pensar en un plan de desarrollo que revierta la paradoja en la que estamos. La sabiduría popular dice que “las crisis pueden transformarse en grandes oportunidades”.

Todos los atacameños sabemos, aún antes de la Casen, que hace largo rato nuestra región vive una crisis. Transformémosla en una oportunidad y sigamos siendo la tierra donde no solo florece el desierto sino que también las oportunidades, el acceso, la calidad y sobre todo la justicia social.

 

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