OPINIÓN

¡Que se vayan todos! ( por Rodrigo Rojas Veas, rector U. Sto Tomás Copiapó )

 

En diciembre de 2001 en una Argentina sumida en una profunda crisis surgió espontáneamente este lema que “expresaba la crisis de representatividad y el desencanto completo de la población respecto de sus dirigentes” …

¿Encuentra usted alguna similitud con nuestra situación actual?

Ha transcurrido prácticamente un mes y medio del inicio del denominado “estallido social” y nuestro país aún no encuentra la forma que le permita trazar una hoja de ruta mínimamente compartida para abordar los tres grandes ejes que aparecen en todos los análisis como imprescindibles para buscar una salida institucional a esta crisis:

1, Una agenda social contundente que debe incluir como base el aumento de las pensiones, el aumento del salario mínimo, la mejora en el acceso a las prestaciones de salud, la disminución del precio de los medicamentos y la condonación del CAE. Hasta ahora no se aprecia una visión integral en la materia, solo anuncios parciales que inmediatamente son considerados insuficientes, todo en un marco de una pugna entre los llamados a cuidar los equilibrios fiscales y los reclamos de aumentar el gasto público.

2.- El cambio de la constitución, ámbito en el que se logró un acuerdo transversal en el parlamento que generó una luz de esperanza de poder encontrar un cauce institucional pero que se ido desdibujando por las sospechas que genera la negociación de la denominada mesa técnica y las declaraciones de algunos dirigentes.

3.- La recuperación de la seguridad y del orden público, demandado por una significativa parte de la población que observa con estupor el recorrido de destrucción de propiedad pública y privada, los saqueos a grandes, medianas y pequeñas empresas y una estela de incendios, lo que se ha convertido en el icono de las manifestaciones, desvirtuando el sentido de estas y constituyéndose en una “nueva” forma de abuso instalada por sectores que no desean cambios sino el caos y el desorden.

La profunda necesidad de articular transformaciones en el pacto social, se ve condicionado por la falta de confianza en los actores institucionales, a los que se les observa en posiciones dogmáticas o contradictorias que conspiran contra la posibilidad de llegar a los acuerdos que el país requiere.

Entonces, ¡Que se vayan todos! Que se vayan ahora mismo. A trabajar por Chile, por su gente, a construir sin descanso los acuerdos que necesitamos en lo social, lo económico, lo político, en seguridad y en orden. El país se los exige.

Vayan todos: gobierno, mesa de unidad social, partidos políticos, parlamentarios, instituciones.

Que no quede ni uno solo.

 

 

 

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