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Tras asesinatos, poblado mexicano teme convertirse en «pueblo fantasma» si vecinos de Estados Unidos se van

SAN MIGUELITO, México, 9 nov (Reuters) – Los vecinos de las familias estadounidenses de las que algunos miembros fueron asesinados en el norte de México esta semana temen que la masacre ponga fin a dos comunidades que han llegado a depender la una de la otra desde que los mormones disidentes se establecieron en las colinas aisladas hace décadas.

Hombres armados mataron el lunes a tres madres y seis niños de familias con raíces mormonas y doble ciudadanía mexicano-estadounidense, en un ataque que despertó la indignación en ambos países y aumentó la presión de Estados Unidos sobre México para que ponga un freno a los cárteles de la droga.

Todas las víctimas vivían en el rancho La Mora, un grupo de casas de estilo suburbano asentadas hace más de 70 años por una secta mormona separatista de Estados Unidos, a 90 kilómetros al sur de la frontera con Arizona, en Estados Unidos.

A poca distancia, la aldea San Miguelito fue fundada en el siglo XVII por misioneros jesuitas. Las vidas de sus residentes actuales están profundamente entrelazadas con la vida en La Mora, que da trabajo en una región con pocas oportunidades.

“Cuando ellos se vayan para donde se vayan nosotros vamos a pasar a ser un pueblo fantasma”, dijo Erika Enríquez, de 32 años.

“El ingreso de dinerito que tenemos con ellos nos ayuda, pero sin eso sólo Dios sabrá”, dijo Enríquez, cuyo marido trabaja para las familias mormonas que crían ganado y cultivan granadas y chiles.

El potencial de ruina económica del aislado poblado en Sonora ilustra los efectos de gran alcance de la escalada de la guerra contra las drogas en México, que ha obligado a miles de personas a abandonar sus hogares en las regiones fronterizas durante la última década.

Aunque el apego de las familias estadounidenses a México es profundo y es poco probable que se desarraiguen de un día para otro, algunos dicen que estaban pasando más tiempo al norte de la frontera para escapar de la violencia en México incluso antes de los asesinatos de esta semana.

Un residente de La Mora, Lafe Langford, dijo que se había estado quedando más tiempo en Louisiana porque, en este momento, no se sentía cómodo llevando a sus siete hijos a vivir en México permanentemente, aunque dijo que esperaba poder hacerlo algún día.

“En este momento, mi deseo es tomar a mis hijos y criarlos allí, pero ahora mismo no puedo”, dijo Langford por teléfono, citando la inestabilidad y los peligros que rodean a La Mora.

Otro residente de La Mora, David LeBarón, dijo que cerca de un tercio de las aproximadamente 30 casas estaban vacías la mayor parte del tiempo y que más familias hablaban de irse para siempre.

En contraste con las espaciosas casas de estilo americano de las familias mormonas, las casas en San Miguelito son en su mayoría construcciones tradicionales de adobe mexicano, bien mantenidas con ingresos provenientes del trabajo en los ranchos.

Guadalupe Retana, de 35 años, dijo que los residentes de San Miguelito están profundamente agradecidos con los miembros de las familias Langford, Miller y LeBarón en La Mora, quienes, según dijo, emplean a casi todos los habitantes del pueblo en trabajos agrícolas, de limpieza y cuidado de niños.

“No hay ninguna queja, puro agradecimiento. Por eso los pueblitos están habitados, de otra forma tuviéramos que emigrar a otros lugares”, dijo Retana. “Gracias a Dios, todo mundo tiene trabajo aquí”, añadió.

Seguir a los residentes de La Mora hacia el norte no es una opción para todos, señaló.

“Ellos son ciudadanos americanos (estadounidenses); pueden regresar a Estados Unidos, pero nosotros somos mexicanos, tenemos que lidiar con toda esta situación”, destacó.

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