Análisis político de Álvaro Iriarte Barón: Cambio de Gabinete: otra oportunidad perdida.

Abogado e integrante del Instituto Respublica

 

El cambio de gabinete era un hecho cierto, marcado por la fecha límite que tienen quienes han decidido participar en las elecciones parlamentarias que se realizarán el 2017. En este sentido no se trataba de un acontecimiento inesperado; y por tanto el Ejecutivo tuvo tiempo más que suficiente para preparar los cambios, así como para preparar el ambiente y generar las condiciones para ser el centro de atención.

Al separar y distanciar en el tiempo los cambios de gobernadores, intendentes y ministros, el gobierno restó potencia a los mismos, pues la agenda fue captada por otros temas, sobre todo el conflicto con los funcionarios públicos, pero también por otros asuntos como la tensión al interior del oficialismo, el rol del Partido Comunista, la discusión del presupuesto 2017 y, por supuesto, la situación económica que no parece tener señales reales de mejora, más allá de factores estacionales.

El modo de proceder del Ejecutivo, así como los nombramientos realizados, reflejan algunas falencias. Lo primero que llama la atención es la incapacidad del equipo político y de los asesores de aprovechar un evento de esta naturaleza a favor del gobierno. En segundo término, la salida de figuras medianamente conocidas por la ciudadanía, como Ximena Rincón y Marcelo Díaz, y la ausencia de rostros nuevos conocidos, con trayectoria política de primera línea o de un perfil profesional de primer nivel. Esto muestra que el gobierno tiene serias dificultades para conformar equipos, lo que se ve agravado por el inminente término del mandato.

Considerando la derrota en las elecciones municipales de octubre y el dolor de cabeza que significó la negociación con los funcionarios estatales, desde una perspectiva política la reconfiguración del gabinete era, casi con certeza, la oportunidad final de la actual administración para dar un golpe de timón y retomar la conducción de la agenda de manera efectiva, tanto al interior de la coalición de gobierno como a nivel país.

Ninguna de las dos cosas se logró, y por las decisiones tomadas, todo indica que el último año del gobierno seguirá marcado por la falta de conducción política, las tensiones de la alianza oficialista y la preocupación por no entregar el gobierno a la oposición.

¿Para qué se hizo el cambio de gabinete? Difícil saberlo.

 

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