OPINIÓN

“Efectos del cambio climático en Atacama y la capacidad de asombro” Por Elías Ubeda Greig, (Psicólogo Clínico y Forense)

“Una rana dentro de una olla con agua caliente no se percata – ni reacciona – frente al aumento progresivo de temperatura del agua, hasta que ya se encuentra muerta y cocinada”.

Hace algunos días Copiapó tuvo un evento climático inusual: granizos, el cielo arrojó hielo en el desierto más árido del mundo.  Atacama y su gente parecían los novios recibiendo la lluvia de arroz al salir de la iglesia. Imagen vista en los rostros y acciones de los habitantes que, gritaban de alegría y salían a la calle a contemplar el fenómeno. Era una fiesta, como estos novios que se alegran por el momento, con la esperanza de un futuro tan feliz como la fotografía de lo inmediato.

Lo cierto es que este fenómeno obedece al cambio climático global, que hemos podido ver muchas veces en noticias internacionales.

Entonces, ¿más allá de la alegría del momento no hemos pensado si esto es un hecho aislado?.

La psicología de la emergencia nos muestra que, frente a hechos violentos, eventos climáticos, o accidentes; las personas entran en una suerte de anestesia o desensibilización frente a los eventos traumáticos, disminuyendo su capacidad de respuesta y evaluación efectiva de los hechos y las eventuales acciones remediales. Parece que nuestra población, entonces, se ha quedado en la alegría y la curiosidad del momento, sin hacer la conexión con los eventos climáticos drásticos y catastróficos de años anteriores, cuando las lenguas de agua se tragaron Atacama el año 2015, o el río reventó rabioso contra la Alameda y Copayapu el 2017; trayendo angustia, muerte y pérdidas materiales para nuestra población. Recordamos esto, debido a que también, entorno a las emergencias, existe un período de acción, de aprendizaje, corrección; y luego en etapas de inactividad de la naturaleza, las personas y autoridades olvidan lo vivido incurriendo en conductas riesgosas y exponiéndose al peligro. Ejemplo de eso, es que se vuelve a construir en zonas de aluviones, orillas del mar, riveras de río, entre tantas otras.

La pregunta que nos hacemos es, si al vivir hechos trágicos como el 2015 y 2017, ¿hemos perdido la capacidad de asombro frente a situaciones graves vinculadas al calentamiento global y cambio climático, y somos nosotros esta rana y nos estamos cocinando?

La invitación es, a no perder la capacidad de sombro y respuesta como comunidad frente al cambio climático y a la forma en que debemos enfrentarlo. Tal vez aún no hemos cuantificado el impacto en la salud mental de la población Atacameña, luego de las catástrofes vividas. ¿Cuánto barro quedó en el alma de Atacama? , este es un tema que debería ser objeto de  estudios científicos y planificación de políticas públicas para mejorar el abordaje frente a las catástrofes naturales.

Publicaciones relacionadas

Botón volver arriba