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La pobreza en Argentina crece arrastrada por una crisis que se agudiza

La cifra llegó al 35,4 por ciento en la población urbana del país durante el primer semestre del año, datos que coinciden con altos índices de inflación.

 

La tasa de pobreza en Argentina creció en el primer semestre de 2019 al 35,4 por ciento, impactada por altos índices de inflación y una recesión económica que, lejos de ser revertidos, han empeorado en la segunda mitad del año haciendo prever un agravamiento de la situación social.

De acuerdo a un informe difundido este lunes por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), la tasa de pobreza urbana registrada entre enero y junio pasado estuvo 3,4 puntos por encima de la del segundo semestre de 2018 y 8,1 puntos por arriba de la de la primera mitad de 2018.

En tanto, el índice de indigencia se ubicó en el 7,7 por ciento, lo que implica un avance de un punto respecto del semestre anterior y de 2,8 puntos en la comparación interanual.

El informe difundido este lunes es el séptimo sobre la pobreza que realiza el Indec tras la llegada de Mauricio Macri a la Presidencia argentina, a finales de 2015, y el tercero de este ciclo que arroja como resultado un aumento en el índice.

«Aunque ese número duela, hay que mirarlo de frente, como venimos haciendo todos estos años, porque eso fue lo primero que hicimos cuando asumimos«, dijo este lunes Macri, quien llegó a la Casa Rosada con promesas de lograr la «pobreza cero».

El informe oficial revela que la tasa de pobreza escala a un estremecedor 52,6 por ciento en los niños de hasta 14 años y que es del 42,3 por ciento entre los jóvenes de entre 15 y 29 años.

Un 13,1 ciento de los niños es indigente, es decir, no llega a cubrir sus necesidades básicas de alimentación.

El mapa de la pobreza en Argentina tiene, según los datos oficiales, sus puntos más calientes en las ciudades de Concordia, con un 52,9 por ciento de sus habitantes pobre, y Resistencia (46,9 por ciento).

El crecimiento de la pobreza en la primera mitad del año coincide con tasas de inflación altas (22,4 por ciento acumulado en los primeros seis meses de 2019), pero que tendían a desacelerarse sobre el último tramo del semestre.

Pero la inflación, indicador que incide en forma directa en la valoración de la cesta básica de alimentos y de servicios que se utiliza luego para medir la línea de indigencia y pobreza, volvió a acelerarse con fuerza en agosto (subió el 54,5 % interanual), a partir de las severas turbulencias financieras desatadas tras las elecciones primarias.

Por eso se prevé que los datos sobre pobreza e indigencia correspondientes al segundo semestre de este año sean aún más elevados.

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