INTERNACIONAL

Más de 1.000 personas podrían estar desaparecidas en Indonesia

Más de mil personas podrían estar desaparecidas tras el seísmo y el tsunami que golpearon la isla indonesia de Célebes, según informó el viernes la agencia de gestión de desastres, lo que aumentaría de forma drástica el balance de la tragedia que ya supera los 1.500 fallecidos.

La ciudad de Palu, una localidad de 350.000 habitantes en la costa oeste de la isla, quedó devastada el 28 de septiembre por el sismo de magnitud 7,5 al que siguió una ola destructora. Numerosos edificios y viviendas de esa zona quedaron reducidos a montones de escombros.

Se teme que cientos de personas hayan quedado enterradas entre los escombros en una zona residencial en el barrio de Balaroa, en Palu, donde la fuerza de la sacudida dejó el suelo hecho trizas.

«Creemos que más de 1.000 casas quedaron sepultadas, es probable entonces que haya más de 1.000 desaparecidos» en Balaroa, señaló a la AFP Yusuf Latif, portavoz de la agencia. Aunque «existe la posibilidad de que algunos de ellos consiguieran salir», agregó.

«Pero no podemos estar seguros porque existe la posibilidad de que algunos de ellos consiguieran salir», agregó.

Las autoridades habían estimado anteriormente que había unas 100 personas desaparecidas.

Tras varios días de espera, la ayuda internacional empezó a llegar a cuentagotas a la zona, donde cerca de 200.000 personas necesitan ayuda humanitaria urgentemente. Las vías de acceso y el aeropuerto quedaron muy dañados, lo que dificulta el abastecimiento.

Los supervivientes saquearon comercios para conseguir víveres, hasta que la policía –que al principio hizo caso omiso– intervino con arrestos y advirtió que dispararía contra todo aquel que fuera sorprendido robando.

Las autoridades se fijaron plazo hasta este viernes para intentar encontrar supervivientes entre los escombros. Pero, una semana después de la tragedia, las posibilidades de rescatar personas con vida eran mínimas.

– Sin señales de vida –

Ayer, «podía haber una víctima que ahora está muerta, teníamos la señal del ritmo cardíaco y de la respiración […] lo que significa que era alguien que estaba verdaderamente inmóvil, confinado» pero «hoy ya no hay señal», explicó a la AFP el presidente de la oenegé francesa Pompiers de l’urgence internationale.

Aunque esas tecnologías no sean infalibles, Philippe Besson no escondía su gran decepción: «estamos frustrados, sobre todo».

Una semana después de la fatal catástrofe, muchas carreteras seguían cortadas y los restos dejados por el tsunami eran visibles por todas partes. Muchos habitantes, traumatizados, preferían dormir a la intemperie por miedo a nuevos temblores.

Los habitantes izaron banderas improvisadas con fundas de almohadas o sábanas para señalar los hogares en los que había muerto alguien.

Pero, con todo, la vida iba volviendo a la normalidad, con los niños jugando en la calle, las radios a todo volumen y la electricidad funcionando en algunos barrios.

«Esto mejora», dijo Azhari Samad, un agente de seguros. Pero, para que la zona se recupere del desastre «harán falta años», recalcó el hombre, de 56 años.

Tanto él como numerosos vecinos de la zona se preparaban para la oración del viernes, que debería congregar a multitud de personas en la ciudad, una semana después del sismo.

 

AFP

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