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Sobreviviente de Tonga: El cielo se oscureció en minutos, no había nada que hacer y entramos en pánico

«Un hongo de ceniza volcánica apareció y se extendió rápidamente por el cielo segundos después de que una fuerte explosión hiciera retumbar nuestros oídos», dijo el martes a Xinhua un empleado chino que trabaja en Tonga recordando la colosal erupción volcánica que azotó a esa nación isleña el pasado 15 de enero.

Zhao Yongming, empleado de la Corporación de Construcción de Ingeniería Civil de China, ha estado trabajando en Tonga durante cinco años. En la entrevista efectuada por teléfono satelital, el hombre de 32 años de edad explicó que se encontraba, junto con sus 37 colegas, operando cerca del aeropuerto del país, en tierras altas, cuando ocurrió la erupción.

«El cielo se oscureció en minutos. Las partículas seguían cayendo del cielo como granizo, golpeando los cristales de las ventanas y bloqueando nuestra vista», dijo Zhao, para quien en ese momento «no había nada que pudiéramos hacer. Entramos en pánico».

El sábado, un volcán submarino, situado a unos 65 kilómetros al norte de la capital tongana, Nuku’alofa, en la costa norte de la isla principal del país, Tangotapu, donde se encuentra el proyecto de Zhao, comenzó a arrojar cenizas, gas y vapor al aire, hasta unos 20 kilómetros de altura, y provocó un tsunami que azotó al país de alrededor de 100.000 habitantes con olas de 15 metros.

«Dado que la Embajada china nos advirtió de la erupción días antes, habíamos trasladado los suministros importantes a un lugar seguro con anticipación. El incidente no ha causado daño a nuestras vidas o propiedad hasta ahora«, dijo Zhao.

«Nuestra empresa también ha tenido en cuenta las (posibles) situaciones de emergencia, como por ejemplo, un confinamiento en medio de la pandemia de Covid-19, y nos ha equipado con suficiente comida y agua con antelación», expresó.

«Ahora tenemos suministros para que nuestros 38 empleados sobrevivan durante tres meses, así como mascarillas y generadores para uso de emergencia», añadió.

NUESTRA VIDA SIGUE SIENDO PRÁCTICAMENTE LA MISMA

Después de la erupción, que se cree que es la más grande de las últimas tres décadas, las autoridades tonganas informaron el martes de al menos tres muertes. El cable submarino de internet se ha visto dañado, dejando a la nación en gran medida aislada del resto del mundo, con la única posibilidad de efectuar llamadas telefónicas nacionales.

«Excepto por la poca conexión con el exterior, nuestra vida sigue siendo prácticamente la misma. Y dado que la Embajada ha informado a nuestras familias en China sobre la situación, ahora nos sentimos tranquilos y aliviados», dijo Zhao.

Sin embargo, los problemas de escasez de alimentos y cenizas volcánicas se encuentran entre sus principales preocupaciones.

La persistente nube de ceniza sigue cubriendo Tonga y ha resultado más difícil de despejar de lo esperado, lo que ha obligado a la gente a limitar las actividades al aire libre y ha causado estragos en los cultivos y verduras.

«Los alimentos frescos son cada vez más difíciles de conseguir, y la situación podría persistir, si no empeorar, en un futuro previsible», dijo.

Sin embargo, la nube de ceniza no apagó el brillo de la bondad y el apoyo mutuo.

«Cuando nos dirigíamos a nuestra base situada a mayor altitud poco después de la erupción, no podíamos ver nada, ni siquiera con las luces largas encendidas. Después de llegar, descubrimos que se nos habían unido ‘invitados’ inesperados: cuatro tonganos de dos familias«, recordó Zhao.

«Se perdieron después de escapar de la zona costera, mientras la ceniza volcánica envolvía la isla. Las luces de nuestros vehículos iluminaron su camino en la oscuridad, por lo que se unieron a nuestros autos y nos siguieron hasta aquí«, explicó.

«Los invitamos a compartir nuestra cena y les dimos agua para que se limpiaran la ceniza de la piel. Se fueron a la mañana siguiente con gratitud, diciendo que estaban agradecidos por nuestra amabilidad y ayuda en esa noche de pánico, miedo e incertidumbre«, agregó.

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