
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo de Rusia, Vladímir Putin, finalizaron este viernes en Alaska una esperada cumbre que se prolongó por más de tres horas y que concluyó sin anuncios de acuerdos concretos en torno a la paz en Ucrania.
El encuentro se llevó a cabo en la base aérea de Elmendorf-Richardson, a las afueras de Anchorage. Trump calificó las conversaciones de «extremadamente productivas», aunque reconoció que los avances no fueron suficientes para alcanzar compromisos. «Hubo muchos puntos que acordamos, la mayoría de ellos. Quedan un par de asuntos grandes a los que no hemos llegado del todo, pero hemos avanzado. Pero no hay acuerdo hasta que hay acuerdo», señaló el mandatario, agregando que informará a los socios de la OTAN sobre lo conversado con Putin.
El presidente ruso, en tanto, manifestó apertura para una resolución del conflicto en Ucrania, iniciado con la invasión rusa de 2022, aunque condicionada a que se respeten «nuestras preocupaciones legítimas» y se restablezca «el equilibrio de seguridad en Europa».
Antes del encuentro, Trump mantuvo contactos con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y con líderes europeos, quienes temían que la reunión significara una legitimación internacional para Putin y derivara en concesiones territoriales en el Donbás ocupado.
Esta cita fue la primera ocasión en que un presidente ruso visitó Alaska, territorio que perteneció a Rusia hasta 1867 y que hoy es clave en la disputa por el Ártico. A la mesa de negociación se sumaron el secretario de Estado, Marco Rubio, y el enviado especial Steven Witkoff, por parte de Washington; y el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, junto al asesor del Kremlin, Yuri Ushakov, en representación de Moscú.
El ambiente en la base militar estuvo marcado por imágenes inusuales: aviones rusos aterrizando junto a cazas estadounidenses, la limusina de Putin circulando con matrícula de Moscú y un despliegue aéreo que incluyó un bombardero estratégico B-2. Incluso, Trump rompió el protocolo invitando a Putin a subir a la limusina presidencial conocida como «la Bestia», donde ambos conversaron en privado.
La jornada concluyó con un gesto simbólico de Putin, que se despidió en inglés con un “La próxima vez en Moscú”, a lo que Trump respondió: “Es un poco difícil, pero lo podemos conseguir”.