«Drenar el pantano» Por Alvaro Iriarte, Director de Investigación Instituto Res Publica

El cambio de administración en diversos municipios sacó a la luz una de las peores prácticas en la administración pública: considerar el estado un verdadero botín de guerra. El año 2016 el personal a contrata y a honorarios se incrementó en muchos municipios, incluidos el de Copiapó y otros en Atacama. Tras conocerse los resultados, muchos alcaldes derrotados perdieron toda vergüenza y buscaron nombrar cargos que durante meses permanecieron vacantes, modificaron contratos para asegurar a sus operadores y familiares en posiciones de poder, y dejaron escaso margen presupuestario a las nuevas administraciones.

Lamentablemente este escenario amenaza con repetirse en las elecciones de noviembre: a nivel de gobierno central, al aumento del personal a contrata y a honorarios hasta diciembre de 2016 deberemos sumar todas las nuevas contrataciones que se harán durante el 2017. En lo que dice relación con las finanzas, sin lugar a dudar veremos cómo se utilizan todos los recursos, incluso aquellos que no se tienen, entregando unas escuálidas arcas fiscales al próximo gobierno, sin importar si es de la actual coalición gobernante o si es de la oposición.

Este ciclo electoral nos permite poner como tema central una gran reforma pendiente: la modernización del Estado y del servicio público. No me refiero solamente a su profesionalización, a la carrera funcionaria o a la eficiencia. Me refiero a algo más complejo, al cambio de la mentalidad que impera en la estructura del Estado. Mientras existan grupos que consideren al Estado como un botín y que actúen como verdaderos piratas para repartir cargos, puestos y programas, es imperativo establecer el entramado institucional para limitar al máximo este tipo de comportamientos. Se debe limitar el ingreso de operadores políticos, familiares y amigos a discreción y muchas veces burlando el espíritu de la ley, que terminan aumentando el mal gasto de recursos y la burocracia, costos que tenemos que asumir los ciudadanos.

Es necesario realizar una reforma profunda, que cree un verdadero servicio civil, profesional y que favorezca a la población y no a los grupos de interés y presión política. Para ello se requiere una fuerte convicción en cuanto a que la administración pública debe modernizarse a los estándares del siglo XXI, así como la determinación de enfrentar a operadores políticos y grupos con privilegios. Es necesario drenar el pantano.

Nunca debemos olvidar: la labor del Estado y los recursos públicos deben servir para que la gente viva mejor, no para abusar de ellos en beneficio propio.

 

Álvaro Iriarte – Director de Investigación 

Instituto Res Publica

 

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