Estudio revela secretos de los “superancianos”, personas con cerebros jóvenes a los 80 años

Un equipo de científicos de la Universidad Northwestern, en Chicago, lleva más de 25 años investigando a los llamados “superancianos”, personas mayores de 80 años que conservan una memoria y capacidad cognitiva similar a la de personas de 50 años. Los resultados de este estudio, que ha incluido el seguimiento de 290 participantes vivos y la autopsia de 77 cerebros donados, fueron publicados este jueves en la revista científica Alzheimer’s & Dementia.

El término “superanciano” fue acuñado por el investigador Marsel Mesulam, fundador del Centro Mesulam de Neurología Cognitiva y Enfermedad de Alzheimer, con el propósito de entender los factores que permiten preservar la salud cerebral a edades avanzadas y así desarrollar terapias preventivas.

Según Sandra Weintraub, investigadora de psiquiatría y una de las autoras del estudio, un superanciano es alguien que mantiene un rendimiento social y memorístico excepcional, desafiando la idea de que el deterioro cognitivo es inevitable con la edad.

Las pruebas realizadas durante más de dos décadas revelaron que los superancianos obtienen resultados en pruebas de memoria comparables a personas de entre 50 y 60 años. Aunque sus estilos de vida y rutinas de ejercicio varían, comparten un rasgo común: mantienen relaciones interpersonales sólidas y una vida social activa.

Un cerebro con estructura juvenil

Los estudios postmortem permitieron observar que el cerebro de los superancianos no presenta el adelgazamiento característico de la corteza cerebral que ocurre con el envejecimiento normal. Esta capa externa es clave en funciones como la toma de decisiones, la motivación y la regulación emocional.

Asimismo, estos cerebros poseen una mayor cantidad de neuronas de von Economo, células relacionadas con la empatía y la cognición social, además de neuronas entorrinales más grandes, esenciales para la memoria.

Si bien algunos cerebros analizados contenían proteínas amiloides y tau —vinculadas a la enfermedad de Alzheimer—, otros no presentaban tales depósitos, y en los que sí aparecían, no parecían afectar el funcionamiento cognitivo.

“Esto sugiere que sus cerebros son extremadamente resistentes al deterioro, ya sea porque no producen estas proteínas patológicas o porque logran neutralizar sus efectos”, afirmó Weintraub.

El equipo de investigadores continuará analizando las características biológicas y conductuales de los superancianos para identificar mecanismos de protección cerebral y abrir el camino a tratamientos que retrasen o prevengan el deterioro cognitivo.

Finalmente, los científicos destacaron la importancia de donar cerebros para la investigación, ya que estos estudios postmortem han sido esenciales para avanzar en la comprensión del envejecimiento cerebral.

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