
Este verano, la Tierra está rotando más rápido de lo habitual, acortando sutilmente la duración de los días, un fenómeno que, aunque imperceptible para la vida cotidiana, ha encendido las alertas entre científicos y expertos en cronometraje.
El pasado 10 de julio fue el día más corto de 2025 hasta la fecha, con 1,36 milisegundos menos que las 24 horas estándar. Próximamente, se esperan jornadas aún más breves: el 22 de julio y el 5 de agosto, que se prevé duren 1,34 y 1,25 milisegundos menos, respectivamente, según registros del Servicio Internacional de Sistemas de Referencia y Rotación de la Tierra y el Observatorio Naval de EE.UU.
Aunque cada rotación terrestre debería durar 86.400 segundos, factores como la atracción lunar, los cambios atmosféricos estacionales y las variaciones en el núcleo terrestre provocan fluctuaciones milimétricas. Para monitorear estas diferencias, se utilizan relojes atómicos, los más precisos del mundo, que desde 1955 sirven como base para el Tiempo Universal Coordinado (UTC), el estándar horario global.
¿Un nuevo problema como el Y2K?
El acortamiento de los días ha abierto la posibilidad —por primera vez— de que se requiera un “segundo intercalar negativo”, es decir, eliminar un segundo del UTC para mantener la coherencia entre el tiempo astronómico y el tiempo atómico. Hasta ahora, solo se han añadido segundos (27 desde 1972), siendo el último en 2016. Sin embargo, si la tendencia persiste, el primer ajuste negativo podría llegar antes de 2035, con una probabilidad estimada del 40%, según el geofísico Duncan Agnew.
Este ajuste, aunque técnico, podría generar serios inconvenientes: sistemas informáticos, satelitales, telecomunicaciones y redes financieras podrían sufrir fallos similares a los temidos con el Y2K, cuando el mundo temía que los sistemas no pudieran manejar el cambio del año 1999 al 2000.
¿Por qué se acelera la Tierra?
-
Influencia lunar: Cuando la Luna está sobre el ecuador terrestre, ralentiza la rotación. Si está más alejada de ese eje, la Tierra gira más rápido.
-
Estaciones: En verano, los vientos atmosféricos cambian y ralentizan la atmósfera; esa energía se transfiere al planeta, acelerándolo.
-
El núcleo terrestre: Investigaciones sugieren que el núcleo líquido se desacelera, mientras la corteza sólida gana velocidad.
El papel del cambio climático
Paradójicamente, el derretimiento de los polos, producto del calentamiento global, está ralentizando la rotación terrestre, actuando como un freno natural ante esta aceleración. Según Agnew, sin el deshielo en Groenlandia y la Antártida, ya estaríamos viviendo un segundo intercalar negativo.
Además, el derretimiento no solo afecta la velocidad de rotación, sino también el eje de la Tierra, debido al desplazamiento de masa que altera el equilibrio planetario, según estudios liderados por el investigador Benedikt Soja.
¿Y qué sigue?
Si bien no hay consecuencias inmediatas para la población general, los científicos siguen monitoreando de cerca estas variaciones. Con el tiempo, podrían influir en la toma de decisiones tecnológicas globales y poner a prueba sistemas de tiempo que no se han enfrentado antes a un segundo intercalar negativo.
Como concluye Soja: “Podríamos volver a una situación diferente en algunos años y que, a largo plazo, el planeta se desacelere nuevamente. Esa es mi intuición, pero nunca se sabe”.