ATACAMA

Doctor ingeniero en construcción copiapino creó ladrillos y hormigón con “Colillas de cigarrillos y Corchos”

La inspiración nace cuando el doctor Juan Figueroa Meriño el año 1989 trabajaba en faena minera ubicada el salar de Maricunga sector cordillerano de la región de Atacama.

 

Figueroa siempre ha estado ligado a la búsqueda de ideas para cuidar el medioambiente en que nos desarrollamos día a día.  El Doctor ingeniero en construcción Figueroa Meriño  nacido en la capital regional al ser consultado sobre esta innovadora iniciativa se limitó a decir «Es que me encanta».

Según consigna el portal de noticias soychile.cl,  quien fuera Profesor de la Universidad Católica del Maule se enamoró de este material en un salar copiapino. «Lo que me gusta es que se puede moldear a la forma que uno quiere», dice. Hoy busca con sus estudiantes que su uso también vele por el medio ambiente.

Historia y cómo comenzó la investigación 

Un viaje al Salar de Maricunga, a 160 kilómetros hacia la cordillera de su natal Copiapó, le cambió la vida a Juan Figueroa Meriño. Ahí, en 1989, estuvo en una ocupación minera de extracción de oro, cobre y plata, donde necesitaban hacer instalación de faenas y construir chancadoras y molinos para hacer la molienda. Como en el lugar se registraban mínimas de hasta -25° Celsius requerían un hormigón de características especiales para que resistiera el frío reinante a 4.600 metros de altura sobre el nivel del mar.

«La verdad, amigo, es que así fue como me enamoré de los hormigones congelados. De ahí salió mi primera tesis», relata el hoy ingeniero constructor, máster en Ingeniería Estructural y Mecánica y doctorado en especialidad hormigón, ambos cursados en la Universidad de Cantabria, España.

«Lo que me gusta es que se puede moldear a la forma que uno quiere. Además, actualmente tienen gran importancia los pasivos ambientales, con lo cual el hormigón puede obtener otras propiedades que por sí sólo no puede conseguir», agrega.

Junto a sus alumnos y los profesores David Zamora Barraza y Juan Vilches Tapia, el actual docente de la Facultad de Ciencias de la Ingeniería y coordinador académico del magíster en Construcción Sustentable de la Universidad Católica del Maule (UCM) está decidido a identificar las condiciones de materiales reciclables con propiedades que podrían reforzar las características de su tan amado hormigón, pero a la vez, ayuden al medio ambiente.

Con eso en mente investigó las condiciones que podían ofrecer dos productos altamente cotidianos en la vida de los chilenos: las colillas de cigarros y los corchos de botellas de vino. Los resultados lo sorprendieron.

«Las colillas de cigarro tienen metales pesados, algo que no tenía idea hasta que me metí. ¡Es impresionante!», explica.

Junto a un grupo de alumnos se fueron a las playas del Maule y recolectaron colillas. Dice que obtuvieron 150 kilos -«imagina cuántos miles de miles de cigarros son», reflexiona-, y las llevaron a unos hornos de cocción en Cauquenes.
«Íbamos calculando el volumen de cada ladrillo y el volumen de colillas de cigarros que le íbamos incorporando a cada uno de los ladrillos en la misma amasada, y después hicimos ensayos. Hicimos ensayos muy buenos de tramitancia térmica, que es cómo pasa el calor de un lugar a otro», cuenta.

Figueroa explica que el ladrillo se cuece a unos 900 mil grados Celsius, temperatura a la que las colillas desaparecen pero deja huecos dentro de la estructura. Estos operan como bolsas de aire que funcionan como si fueran reguladores térmicos.

«Ahora estamos con los chicos en proceso de publicación», comenta. Con ello esperan iniciar a continuación las tramitaciones de patentado para impulsar las conversaciones con empresas que podrían interesarse en este desarrollo.

Desde el vino

En una fase similar se encuentra otra investigación liderada por el profesor Figueroa. Dada la sabida condición viñatera del Maule, el equipo pensó en darle uso a uno de los insumos característicos del vino: el corcho. El ingeniero relata que acudieron a las empresas, recolectaron unos 50 kilos de corcho y lo incorporaron a, era que no, su material favorito.

«Esto fue espectacular. Creamos un hormigón liviano porque sacamos la grava, que es el árido grueso, lo más pesado del hormigón, y le incorporamos este corcho en diferentes porcentajes. El corcho lo picamos al tamaño de la grava, que es de 19 milímetros», precisa.

El docente indica que esto permite hacer elementos más livianos en hormigón armado, haciendo, por ejemplo, paredes que aprovechen las características aislantes del corcho y que además le bajan el peso a las casas. «Ahora quiero comprobar también sus condiciones de resistencia acústica y preparar mejores las dosificaciones, porque liviano ya lo tengo», recuerda. Cree que esta invención podría interesarle a las compañías que fabrican paneles.
Y mientras aún investiga los usos del corcho y las colillas, ya analiza la posibilidad también de incorporar neumáticos al hormigón en lugar de áridos. Lo que ya ha avanzado le muestra que la nueva creación tendría excelentes condiciones para fabricar adoquines, ya que sería más liviano que los tradicionales.

Figueroa reconoce que no pretende parar en sus investigaciones para potenciar el uso de este material, que a nivel nacional se consume a razón de 370 mil toneladas al mes, según un informe de la Cámara Chilena de la Construcción (CChC). Y ese fanatismo pretende traspasárselo a sus alumnos, pues en la universidad cuentan que hace unos años incluso organizó entre sus estudiantes un concurso que exigía fabricar un bote de hormigón armado que debía flotar.
«Es que el hormigón me encanta», insiste. «Tanto es así que a mi hija mayor le puse Catalina del Pilar… pilar de hormigón armado, ja ja ja. A mi hija no le gusta mucho escuchar esto, pero es la verdad».

Investigan las cenizas de la biomasa de celulosa

La empresa Arauco le solicitó a la UCM que investigue el uso que podría darle a las cenizas que deja la producción de celulosa de su planta de Constitución, a fin de emplearlas en la elaboración de hormigón en lugar de árido. Ésta se encuentra en sus etapas iniciales. «A partir de la colaboración y la innovación es posible avanzar hacia una bioeconomía circular, que ofrezca oportunidades de negocio al tiempo que cuida de nuestro planeta», dijo su gerente de Innovación, Francisco Lozano.

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