
El nuevo presidente de Bolivia, Rodrigo Paz Pereira, asumió este sábado el mando del país con un duro diagnóstico sobre la situación que hereda, afirmando que recibe una nación “devastada”, con una “economía quebrada” y marcada por la inflación, la escasez y el endeudamiento.
Durante su discurso de investidura ante parlamentarios y delegaciones internacionales, Paz sostuvo que las autoridades salientes dejaron “las reservas internacionales más bajas en 30 años” y “un Estado paralizado, un monstruo burocrático incapaz de servir al pueblo”. Agregó que el país enfrenta “filas interminables por combustible, mercados vacíos y salarios que no alcanzan”.
El mandatario también denunció un severo deterioro institucional: “Nos dejan la peor crisis de las últimas cuatro décadas, una deuda de 40 mil millones, empresas públicas convertidas en botines políticos y agujeros financieros imposibles de justificar. La corrupción se volvió sistema y la mentira, política de Estado”.
En un tono enérgico, cuestionó el manejo de la bonanza económica de los últimos años: “¿Qué carajo nos hicieron con tanta bonanza? ¿Por qué hay familias que no tienen qué comer si éramos tan ricos en gas y con el litio como futuro?”.
Paz Pereira, de tendencia centrista, llamó a superar “el pasado de desgracia e indignidad” y aseguró que “si nos dejaron pobres, no tenemos por qué seguir siéndolo”.
Nacido en Santiago de Compostela en 1967, durante el exilio de sus padres, el nuevo presidente juró su cargo junto al vicepresidente Edmand Lara ante la Asamblea Legislativa, tras imponerse en la segunda vuelta electoral del 19 de octubre con el 54,96 % de los votos frente al exmandatario Jorge Tuto Quiroga.
A la ceremonia asistieron los presidentes de Argentina, Chile, Ecuador, Paraguay y Uruguay, además de representantes de Estados Unidos, España y la Unión Europea.
