
Mientras crecen las tensiones en Medio Oriente, especialmente tras los recientes intercambios de ataques entre Israel e Irán, Estados Unidos ha iniciado el despliegue de un grupo de bombarderos B-2 hacia el Pacífico, en una maniobra que ha sido interpretada como un claro gesto de advertencia y preparación estratégica.
Los B-2, conocidos por su capacidad furtiva y su alcance intercontinental, despegaron desde Misuri con destino probable a Guam, territorio estadounidense en el Pacífico donde se ubican importantes bases militares. Estos aviones tienen la capacidad de transportar armamento nuclear y, particularmente, la única bomba capaz de alcanzar las instalaciones iraníes subterráneas de enriquecimiento de uranio en Fardow, lo que incrementa el peso simbólico y operativo del despliegue.
El movimiento, si bien habitual en contextos de ejercicios o reposicionamientos militares, coincide con un momento de alta tensión global. El presidente estadounidense Donald Trump señaló recientemente que se tomará un plazo de no más de dos semanas para definir si su país se involucrará directamente en el conflicto entre Israel e Irán, lo que refuerza la lectura de que este desplazamiento no es meramente rutinario.
Además, los B-2 están acompañados de aviones cisterna KC-46, diseñados para realizar reabastecimiento aéreo, lo que permite extender el rango de acción de los bombarderos sin necesidad de aterrizar, aumentando su capacidad de proyección en escenarios lejanos como Medio Oriente.
El conflicto ha escalado en las últimas semanas luego de que Israel lanzara ataques dirigidos a instalaciones relacionadas con el programa nuclear iraní. Autoridades israelíes han insistido en que Teherán estaría muy cerca de desarrollar un arma nuclear. En respuesta, Irán lanzó varias oleadas de misiles sobre territorio israelí, reavivando los temores de una guerra de mayor alcance.
Más allá de las pérdidas humanas, el escenario también genera preocupación por las posibles consecuencias económicas y geopolíticas, especialmente ante la posibilidad de un eventual cierre del estrecho de Ormúz, una de las principales rutas marítimas del petróleo a nivel mundial. Un bloqueo en esa zona tendría impactos inmediatos en los mercados energéticos y la estabilidad internacional.