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Investigación chilena sostiene que un mega terremoto de 9,5 azotó la zona norte hace 3.800 años

Chile, a lo largo de su historia, ha debido enfrentar diversos desastres socionaturales, en los que los sismos aparecen como los más comunes, al punto de que sufrió el terremoto de mayor magnitud desde que hay registros: el de 9,5 que asoló a Valdivia en 1960, en la zona sur.

Por si fuera poco, una investigación chilena sostiene que territorio de la zona norte del Chile actual sufrió otro mega terremoto de 9,5 hace 3.800 años. «Did a 3,800 year old Mw 9.5 earthquake trigger major social disruption in the Atacama desert?«, se titula el estudio publicado en la revista Science Advances.

Liderada por los académicos de la Universidad de Chile Diego Salazar, del Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales, y Gabriel Easton, del Departamento de Geología de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, junto a otros autores de diversas universidades y centros de estudio nacionales e internacionales, el trabajo concluye que el movimiento también estuvo acompañado de un gran tsunami.

«Lo que hemos encontrado en nuestras investigaciones es que en varios puntos de la costa de las regiones de Antofagasta y del norte de Chile, en general, se encuentran paleoplayas o antiguas playas que hoy están situadas entre 4 a 7 metros de altitud respecto del nivel del mar actual, cuya formación no puede ser explicada por cambios globales del nivel del mar, sino por levantamiento tectónico como producto de grandes terremotos que ocurren en el contacto de las placas tectónicas de Nazca, bajo la Sudamericana, tal cual se ha visto, aunque en menor magnitud, en episodios recientes como en el de Antofagasta en 1995″, explica Easton.

El terremoto se produjo por el contacto entre las placas tectónicas de Nazca y Sudamericana, ocasionando un posterior tsunami que ingresó al continente alcanzando -en forma sistemática- hasta por lo menos 15 ó 20 metros por sobre el nivel del mar en las regiones de AntofagastaTarapacá y Atacama.

Pese a que los habitantes de lo que hoy se conoce como Taltal y Paposo habían adecuado su modo de vida a estos episodios catastróficos de la naturaleza, la elevada magnitud alcanzada por este terremoto y tsunami causó un impacto tal que pudo haber diezmado fuertemente las poblaciones costeras de ese entonces. «Justo después de eso, apreciamos cambios bien importantes en los modos de vida humana. Nuestra hipótesis es que este evento pudo generar una mortalidad muy alta entre las personas, o también puede haber motivado la migración de una cantidad importante de personas a otros territorios», expone Salazar.

Durante la exploración geoarqueológica, Easton, geólogo, analizó una grieta que daba cuenta de la magnitud de este terremoto. «Cuando ocurren estos grandes sismos hemos visto que la tierra al interior de la costa puede agrietarse, eso ha quedado en evidencia con terremotos recientes, como el de 1995 en Antofagasta u otros», no obstante, precisa, «lo que vemos acá es una grieta que afecta las capas arqueológicas que llegan a una edad de aproximadamente 4 mil años, que asociamos a la ocurrencia de un gran evento sísmico».

Aquella data la «suponemos también porque hemos encontrado depósitos litorales que corresponden a niveles marinos o de playa de esa edad (cerca de 3.800 años de antigüedad), que hoy están levantados sobre el nivel del mar en hasta 6 ó 7 metros, y eso es mucho para explicarlo simplemente por variaciones globales del nivel del mar. Para ello se necesita que ‘algo’ la eleve y suponemos que ese ‘algo’ -tal como ha ocurrido en otros casos en la costa de Chile- es el levantamiento tectónico que ocurre durante los grandes terremotos de subducción», complementa.

IMPACTO EN LAS COMUNIDADES

Sobre el impacto del gran sismo en las comunidades de esa época, Salazar, arqueólogo, apunta que, «después de la ocurrencia del evento, sigue habiendo personas en el territorio, pero con menos densidad».

«En los mil años siguientes parece recuperarse la población porque reaparecen los cementerios, los sitios son más grandes y numerosos, lo que sugiere se que se comienza a recuperar la demografía. Pero los asentamientos y los cementerios los ubican a mayor altura y a mayor distancia de la costa respecto de lo que sucedía antes del evento», agrega.

Y para que se produzcan esos cambios sociales, releva que el «conocimiento de cómo habitar el territorio no está dado, sino que hay que aprenderlo y luego transmitirlo a las generaciones siguientes», proceso que «hace que se junten las dinámicas del territorio con los procesos históricos, porque -en el fondo- la información que una generación le traspasa a otra incluye el conocimiento de los recursos, cómo obtenerlos y cómo enfrentar estos desafíos».

DEBE SER CONSIDERADO EN PLANES DE EMERGENCIA

Para los investigadores, este estudio podría ser un aporte en la determinación de políticas públicas para enfrentar este tipo de eventos, dado que actualmente «la mayoría de los planes de peligro y riesgo ante tsunamis que tiene el Estado de Chile en las costas de nuestro país, se basan en información sobre eventos históricos que maneja el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA), pero esa historia es aquella de la que tenemos registro, y eso significa que -en estricto rigor- estamos hablando del siglo XIX en adelante, para el norte de nuestro país, en particular», comenta Salazar.

Si bien en los últimos 200 años ha habido terremotos de hasta 8,8 grados en la costa norte, como en 1877, «nuestra investigación plantea que ocurrió uno de magnitud 9,5, es decir una magnitud muchísimo mayor de la que tenemos registro, similar al evento más grande jamás registrado, que es el terremoto de Valdivia de 1960; entonces, es probable que en escalas de tiempo mayores los terremotos ocurrieron con magnitudes que no tenemos registradas y para las que puede que no estemos tan bien preparados, y debemos hacerlo«, puntualiza.

Por ello, la investigación sugiere la posibilidad de que ocurra un terremoto de similar magnitud en el norte chileno y, remarca el científico, «los planes de manejo tienen que calibrarse en función de esa posibilidad, en miras de la reducción del riesgo de desastres asociada a este tipo de eventos».

«A través de este trabajo, destacamos la posibilidad de un terremoto tsunamigénico de magnitud 9,5 que podría ocurrir en el norte de nuestro país, tal como sucedió hace 3.800 años. Este nuevo conocimiento tiene que ser considerado en la evaluación del peligro y riesgo de terremotos y grandes tsunamis, no solo en el Norte Grande de nuestro país, sino también a escala de la cuenca del Pacífico, pues existen evidencias de un gran tsunami ‘huérfano’ que habría afectado las costas de Nueva Zelanda y otras localidades del Pacífico en esa misma fecha», concluye a su vez Easton.

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