OPINIÓN

La verdadera polarización ( por Rodrigo Rojas Veas, Rector Santo Tomás Copiapó )

 

Desde hace tiempo se viene hablando y constatando que se ha producido en la política mundial un desplazamiento hacia los extremos. Esto se da en un contexto de fuerte descredito de las instituciones y un severo cuestionamiento de la función pública, lo que ha posibilitado la reaparición y la preeminencia de fuerzas centrifugas, las que se han impuesto alejándose de lo que se denomina el centro, el que era entendido hasta ahora como el amplio espacio que había posibilitado décadas de progreso y estabilidad en muchos países, pero que en la actualidad ha perdido su capacidad de conducción en muchas latitudes.

Es lo que clásicamente muchos denominan “polarización”, y que en términos políticos tradicionalmente se ha concebido que se da entre la derecha y la izquierda. Sin perjuicio de que a niveles gubernativos la rotación es esencialmente entre partidos y/o movimientos de estos signos, conviene prestar atención a un fenómeno social que se ha consolidado en los últimos 10 años y que denominaré “la polarización ciudadana”, la que ha llevado a que amplias capas de quienes pueden ejercer derechos como el de participar o elegir simplemente se han omitido de hacerlo, dejando de participar en lo público, en organizaciones sociales y comunitarias y de votar en los certámenes electorales. Las tasas de participación en las últimas elecciones han declinado peligrosamente frisando tasas del 40% o menores en nuestro país tanto en lo municipal como en lo presidencial o parlamentario, poniendo en riesgo la representatividad de instituciones como los gobiernos y el parlamento, y más complejo aun, su legitimidad al transformarse en expresiones del ejercicio de unos pocos, y por tanto de elites.

Estos ciudadanos, mayoría en el día de hoy, se han polarizado en un sentido político, social y ciudadano, pero no entre uno y otro extremo, sino que no siendo participes de la cosa pública y simplemente restándose de hacerse presentes, constituyéndose por tanto en sectores cada vez más lejanos y difíciles de interpretar.

Surge la necesidad de que los actores sociales y políticos, tradicionales y nuevos al igual que los gobiernos y las instituciones demuestren la capacidad de interpelar y/o representar a estos ciudadanos recuperando su rol de correas transmisoras y conductoras de las inquietudes de estos y su poder de intermediación ante el Estado.

Para muchos ciudadanos el país real sucede en otras partes, lejano de la política y de las Instituciones. Y por eso se han polarizado.

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