“Atacama merece más” ( Sofía Cid Versalovic , Diputada Región de Atacama )

 

Atacama no se rinde. Nuestra gente tiene fuerza, tiene carácter y ha demostrado que nunca baja los brazos. Cada día miles de hombres y mujeres se levantan temprano para trabajar en la minería, en el comercio, en el campo o en sus pequeños emprendimientos. Lo hacen con esfuerzo y dignidad, convencidos de que esta tierra tiene todo para ser una región protagonista en el futuro de Chile.

 

Pero esa fuerza necesita representación real, honesta y valiente. No basta con discursos y opinología desde Santiago, necesitamos parlamentarios que vivan y sientan la región, que conozcan nuestras calles, nuestras faenas, nuestras sequías y nuestros dolores. Porque las necesidades de Atacama no son las mismas que las de la capital, y solo quien conoce esta tierra en carne propia puede representarla con verdad.

 

Chile atraviesa uno de los momentos más difíciles de las últimas décadas. La delincuencia y el narcotráfico avanzan sin control, la economía se encuentra estancada y los servicios básicos —salud, educación, vivienda— no entregan respuestas dignas. Esa es la realidad nacional, pero en Atacama la sentimos con mayor crudeza: se multiplican los campamentos, crece la inseguridad en nuestros barrios y la falta de agua amenaza la vida de nuestras comunidades, mientras los recursos se pierden en la burocracia y la corrupción.

 

Por eso Chile necesita un gobierno de emergencia, y junto a él, un parlamento que también actúe con sentido de urgencia, que entienda la magnitud de la crisis y esté dispuesto a legislar sin cálculos ni excusas. Un Congreso que se ponga al servicio de la gente, que deje atrás los operadores políticos y dé paso a liderazgos con carácter, coherencia y compromiso real.

 

La gente de nuestra región no pide privilegios, pide justicia. Pide que los empleos se multipliquen y no que desaparezcan. Pide que los hospitales atiendan a tiempo, que las escuelas entreguen educación de calidad y que nuestros jóvenes tengan un futuro aquí, en su tierra. Pide vivir en paz, sin miedo a las bandas criminales, sin temor a que la droga se apodere de nuestras poblaciones.

 

Hoy Chile mira con cansancio, pero también con esperanza. Y en Atacama esa esperanza se transforma en un grito: no queremos ser siempre la última prioridad. Queremos ser protagonistas del futuro de Chile. Porque Atacama merece más y no se rinde, porque esta tierra y su gente no están condenadas al abandono.

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