
El obispo emérito de Rancagua, monseñor Alejandro Goic, falleció este lunes a los 85 años, luego de permanecer internado desde el sábado en la Clínica Isamédica de la capital regional de O’Higgins.
La noticia fue confirmada por el Obispado de Rancagua, que informó su hospitalización de urgencia durante el fin de semana.
El actual obispo de la diócesis, Guillermo Vera, lo despidió recordándolo como “un hombre bueno, pastor entregado en el apostolado” y “un chileno que supo reír, llorar y soñar con sus hermanos”. Agregó que Goic “quiso servir a Dios con toda su vida, amó a Jesucristo y quiso configurarse con él”, destacando su trato cordial y cercano que transmitía “la ternura de Dios que veía por los pobres y sencillos”.
Vera también subrayó la huella que dejó en cada lugar donde ejerció: Punta Arenas, Concepción, Talca, Osorno y Rancagua. “Conocieron y dan gracias a Dios por haber tenido a un pastor que supo caminar con su pueblo y animarlo a una mayor fidelidad al Evangelio”, expresó.
Una vida dedicada al servicio pastoral
Monseñor Goic tuvo una extensa trayectoria en la Iglesia chilena. Fue obispo de Osorno entre 1994 y 2004, y posteriormente lideró la diócesis de Rancagua hasta 2018. Además, presidió la Conferencia Episcopal de Chile entre 2004 y 2010.
Nacido en Punta Arenas, fue párroco y capellán de la penitenciaría en la región de Magallanes. Como vicario general, en 1978 intervino en gestiones para evitar el conflicto del Beagle entre Chile y Argentina.
Durante su labor como obispo auxiliar de Concepción fue apodado por la dictadura como “el obispo rojo”, debido a su cercanía con las demandas de la comunidad minera de Lota.
Ya en Rancagua, tuvo un rol activo en las negociaciones de trabajadores subcontratados de Codelco, donde planteó la necesidad de reemplazar el salario mínimo por un “sueldo ético”.
Goic, tío de la exsenadora Carolina Goic, también se caracterizó por su sensibilidad hacia los sacerdotes más vulnerables y por su compromiso social a lo largo de su ministerio.