INTERNACIONAL

Rebrote de Covid: Comprar comida, una odisea por confinamiento en China

En pleno 2022, conseguir comida en Shanghái -la ciudad más rica de China, segunda economía mundial- se ha convertido en toda una odisea ante el estricto confinamiento dictado por las autoridades para tratar de atajar el peor rebrote de Covid-19 registrado hasta ahora en la metrópolis.

Con más de 25.000 nuevos casos diarios -la mayoría de ellos, asintomáticos– causados por la contagiosa variante ómicron, las autoridades insisten en la estrategia nacional de tolerancia cero contra el virus, que ha dado resultados ante otras variantes vía confinamientos, test masivos y cierre prácticamente total de las fronteras.

Quienes vivieron el confinamiento de Pekín a principios de 2020 aseguran «con rotundidad» que el experimentado estos días en Shanghái es el más estricto, con una abismal diferencia.

En 2020, se permitía salir de casa para abastecerse, pero en estos días en Shanghái es prácticamente imposible incluso efectuar pedidos individuales a domicilio a través de internet, en parte porque buena parte de los tenderos y repartidores también se encuentran confinados; los cerca de 11.000 -según datos oficiales- que todavía trabajan han de dormir en furgonetas o tiendas de campaña porque, si vuelven a sus casas, no podrían volver a salir.

Esto ha dejado a la mayoría de residentes de la ciudad, de unos 25 millones de habitantes, con una única salida para poder conseguir comida: las compras conjuntas («group purchasing»), que en los últimos años habían experimentado un auténtico «boom» en China.

SOLIDARIDAD VECINAL

Los habitantes de las urbanizaciones en las que se divide la ciudad han comenzado a organizarse en grupos de la popular red social WeChat -el equivalente chino de WhatsApp, censurado en China- en los que se ofertan alimentos a domicilio, pero únicamente en grandes lotes, convirtiendo así al habitual comprador minorista en un improvisado mayorista.

En esos grupos, en los que no paran de surgir mensajes día y noche, quien encuentra una de estas ofertas lo anuncia y recauda los fondos de los vecinos interesados: las más comunes son de alimentos básicos, pero también hay de productos de limpieza o incluso de vino y restaurantes de comida rápida.

Además, el hecho de que las compras conjuntas se organicen mediante «apps» pone en una situación de vulnerabilidad a los ancianos que no saben utilizarlas, salvados por la solidaridad de los vecinos y voluntarios que se ponen en contacto con ellos para tratar de cubrir sus necesidades básicas.

En algunas urbanizaciones, hay quien ha aprovechado el renovado contacto con sus convecinos para organizar -al más puro estilo de España con el «Resistiré» del Dúo Dinámico- pequeños conciertos improvisados a través de los balcones.

En otras, ese optimismo brilla por su ausencia: algunas no tienen los suficientes habitantes como para optar a efectuar uno de estos pedidos en grupos, y en otras el suministro de comida es escaso, lo que habría provocado ya -según videos sin verificar que circulan en redes sociales- algunas situaciones de protesta en las que los vecinos se enfrentan a los guardias del recinto o chillan desesperados por sus ventanas.

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