
Un estudio en el que participaron académicos UNAB identificó en fósiles de la línea neandertal un inusual orificio sin cerrar en la primera vértebra cervical, un rasgo anatómico presente también en humanos actuales y cuyo origen evolutivo intriga a los científicos.
A simple vista, la primera vértebra del cuello (conocida como atlas) parece un hueso pequeño y simétrico. Pero un nuevo estudio publicado en The Anatomical Record muestra que este fragmento del esqueleto puede ocultar pistas importantes sobre la evolución humana. Un equipo internacional de investigadores identificó en fósiles de la línea neandertal la presencia de un foramen transverso sin cerrar (UTF, por sus siglas en inglés), una variación anatómica que también se observa en algunos humanos de hoy.
El foramen transverso, ubicado a cada lado del atlas, es crucial: por ahí pasan la arteria vertebral y venas que transportan sangre hacia el cerebro. En la mayoría de las personas, está completamente rodeado de hueso. Pero cerca de un 8% a 10% de la población moderna presenta una versión “incompleta” en uno de los lados. Hasta ahora, se desconocía si este rasgo también existía en otras especies humanas.
Tres fósiles, una misma variación
La investigación —que reunió a especialistas de España, Reino Unido, Francia y Chile— revisó exhaustivamente fósiles preneandertales y neandertales en busca de esta característica. Entre los autores del estudio se encuentran Juan José Valenzuela y Mathias Orellana, académicos del Departamento de Morfología de la Universidad Andrés Bello.
El equipo descubrió que tres atlantes fósiles presentaban un foramen transverso sin cerrar. Uno pertenece a la Sima de los Huesos (Burgos, España), un yacimiento del Pleistoceno Medio con alrededor de 430 mil años de antigüedad. Los otros dos provienen de los neandertales de Kebara (Israel) y Krapina (Croacia), dos de los esqueletos más emblemáticos del registro fósil.
Aunque la muestra es pequeña, pues las vértebras rara vez se conservan completas, los investigadores estiman que entre un 13% y un 20% de los neandertales podría haber tenido este rasgo, una cifra igual o incluso superior a la de los humanos actuales.
¿Qué significa este rasgo?
El atlas es una vértebra que se forma a partir de varios centros de osificación que se van uniendo durante la infancia. Según detalla la investigación, las partes que conforman el foramen transverso normalmente se fusionan entre los tres y cuatro años de vida. Cuando esa unión no ocurre por completo, queda una especie de “ventana abierta” en la estructura ósea.
«El hallazgo de este rasgo en fósiles del linaje neandertal es especialmente relevante porque permite explorar cómo surgieron y se mantuvieron ciertas variaciones anatómicas a lo largo de la evolución humana” explicó el académico UNAB, Juan José Valenzuela.
Aunque discreto, este hallazgo aporta un nuevo detalle al complejo rompecabezas de la evolución humana. “Las vértebras, al ser huesos frágiles, suelen fragmentarse, por lo que los estudios sobre ellas son escasos y las piezas completas resultan especialmente valiosas” añade el investigador chileno.
Para los investigadores, la presencia del foramen transverso sin cerrar en el linaje neandertal abre preguntas sobre la diversidad anatómica en estas poblaciones y sobre cómo pequeños cambios en el desarrollo pueden influir en la forma final del esqueleto.
