
Cada 20 de noviembre el mundo vuelve a poner el foco en los niños, niñas y adolescentes para reflexionar sobre sus derechos, sus avances y, sobre todo, las brechas que persisten. El Día Mundial de la Infancia no es solo una fecha simbólica: recuerda la adopción de dos hitos que cambiaron para siempre la manera de entender la niñez. La Declaración de los Derechos del Niño (1959) y la Convención de 1989 –el tratado internacional más ratificado de la historia– establecieron que todos los niños tienen derecho a la salud, la educación, la protección contra la violencia y una vida familiar que les permita desarrollarse plenamente.
Pero, pese a los compromisos globales, la realidad muestra desafíos profundos. En Chile, uno de cada cuatro habitantes es menor de 18 años y muchos viven en contextos vulnerables. Según Unicef, el 10,5% de los niños y niñas vive en situación de pobreza por ingresos; el 15,5% de quienes tienen entre 5 y 17 años realiza algún tipo de trabajo infantil; y seis de cada diez cuidadores recurren a métodos de disciplina violentos.
A esto se suma el aumento de los problemas de salud mental, la exposición temprana a riesgos digitales, incluida la reciente problemática de la ludopatía infantil, y la insuficiencia de espacios seguros para el juego y la recreación. Estas problemáticas revelan que la protección de la infancia no se sostiene únicamente en leyes y tratados, sino en una cultura del cuidado que debe fortalecerse en hogares, escuelas y comunidades.
Para Darío Ovalle, director ejecutivo de Sembrar Futuro, esta fecha transformó la manera en que concebimos la infancia. “Este día es un recordatorio de un compromiso que aún requiere ser renovado. Todavía hay lugares donde los derechos de niños y niñas se vulneran o se ignoran, y es responsabilidad de todos defenderlos para construir un mejor futuro”, afirma.
Los datos del sistema de protección también evidencian la magnitud del desafío. Solo en 2024, más de 156 mil niños, niñas y adolescentes ingresaron al Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia, en un país donde nacieron 135 mil niños ese mismo año. Actualmente, más de 150 mil son parte de programas del servicio, incluidos cerca de 5 mil que viven en cuidados alternativos residenciales. Para Ovalle, esto demuestra que “la deuda con la niñez sigue siendo profunda” y que es necesario “triplicar los esfuerzos públicos y privados para garantizar efectivamente sus derechos”.
María Pía Santelices, académica UC y directora del Centro Cuida UC, sostiene que una de las principales deudas es el buen trato y el fortalecimiento del bienestar socioemocional. “Los niños y niñas no pueden comprenderse sin sus padres o cuidadores. Es fundamental apoyarlos en el desarrollo de competencias parentales, especialmente cuando han vivido experiencias adversas que dificultan la crianza”, plantea. Además, subraya la importancia de contar con sistemas de monitoreo e intervención oportuna, así como de capacitar a agentes educativos en habilidades que promuevan un desarrollo sano desde la primera infancia.
Así, el Día Mundial de la Infancia se mantiene como un llamado urgente a situar a niños, niñas y adolescentes en el centro de las decisiones del país. Garantizar sus derechos no es solo una obligación legal: es la base para construir una sociedad más justa, equitativa y humana.
