OPINIÓN

Un nuevo liderazgo constitucional ( Patricio Urquieta Garcia, ex Intendente Región de Atacama )

 

 

Reuniendo ideas del socialismo y el liberalismo, la propuesta constitucional se formula a riesgo de una victoria a lo Pirro. Hay, al menos, 3 razones para afirmar su debilidad:

 

Primero, la izquierda de hoy no es la de los 90. La concertación murió por decisión propia y no va a resucitar. Ante la fiebre de su derrota el 2010, sus protagonistas tomaron un camino sin retorno de acercamiento al PC (hoy al Frente Amplio) que los hizo apoyar incluso al octubrismo golpista. Al igual que los comunistas, los adherentes a la ex centro izquierda (desde el PS a la DC) están decididos, sin importar los medios, a obtener el poder absoluto. Su proyecto totalitario no tiene límites temporales, materiales ni morales.

 

Segundo, un acuerdo supone un sacrificio recíproco, pero la izquierda no está dispuesta a ceder lo mínimo. Está en contra de la propuesta constitucional porque quiere imponer en el Congreso su agenda rechazada el 4/S. Su objetivo es apropiarse del Estado, de la explotación de los recursos naturales y de la educación de la ciudadanía, imponiendo una cultura identitaria y la religión del ambientalismo, ambas expresiones del neocomunismo que promueven la división y el conflicto. Quieren que “entendamos” nuestra culpa de dañar el medio ambiente por el solo hecho de nacer y vivir, y que toda mayoría es opresión de la minoría. En el fondo, quieren que la gente se odie a sí misma y a los demás. La antítesis de la religión occidental.

 

Tercero, sea cual fuere el mérito de la propuesta y el resultado en diciembre, la discusión constitucional continuará. La izquierda seguirá fracasando en todo (seguridad, economía, educación) porque su único interés es una Constitución que le otorgue el poder absoluto. Hoy, luego de andar un costoso y extenso camino, la ciudadanía sabe que los desafíos de Chile no se resuelven con una nueva Constitución, sino con reglas que se cumplan. Los principios como la libertad, la igualdad ante la ley, el Estado de Derecho, las instituciones, la identidad nacional y varias otras ideas que la mayoría de los chilenos sienten propias –y que rechaza la izquierda– están en la Constitución actual; falta un nuevo liderazgo que los haga cumplir.

 

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