OPINIÓN

Una realidad distópica ( Rodrigo Rojas, Rector Santo Tomás Copiapó )

 

Este año se dieron a conocer los resultados de la encuesta CASEN 2022, la más importante medición de la realidad socioeconómica de nuestro país. Sus resultados mostraron que entre 2020 y 2022 casi todas las regiones disminuyeron su tasa de pobreza, lo que constituye una evolución positiva, pero al escudriñar en mayor profundidad encontramos un dato preocupante, particularmente para nuestra región. Las mayores tasas de pobreza multidimensional corresponden a las regiones de Tarapacá (23,8%), Atacama (20,3%), La Araucanía (19,8%) y Los Lagos (19,7%). Por tanto, nuestra región es la segunda a nivel nacional con mayor porcentaje de hogares y personas en lo que se define como” pobreza multidimensional”, indicador que “mide de manera directa las condiciones de vida de la población, evaluando la situación de las personas y los hogares en relación con distintas dimensiones e indicadores de bienestar que se consideran socialmente relevantes”.

Este resultado debería obligarnos como región a analizar lo que sucede pues en este indicador se incluyen variables de alto impacto en la calidad de vida en que sabemos que tenemos particulares debilidades y complejidades como son la salud, la educación y el empleo. La salud comprende indicadores como la malnutrición en niños, la adscripción al sistema de salud, y la atención. En el caso de la dimensión de trabajo y seguridad social, se compone de la ocupación, la seguridad social y las jubilaciones. En el ámbito educacional se consideran tres factores, asistencia, rezago escolar y escolaridad.

¿Cómo podemos salir de la incómoda posición de ser una de las regiones con mayor pobreza multidimensional?

En educación, esto parece particularmente difícil considerando el actual escenario de serias complejidades en la gestión del sistema escolar. En pleno siglo 21 necesitamos cuestiones básicas como que los establecimientos funcionen, lograr la asistencia de nuestros niños y niñas a sus escuelas y liceos, que las actividades escolares se realicen de manera sistemática y que el foco sea el trabajo en el aula. Esta es la base para pensar en superar los resultados educacionales que presentamos en las distintas mediciones y que impactan directamente en las oportunidades de nuestras nuevas generaciones.

Necesitamos un esfuerzo planificado que permita trabajar con una visión de mediano y largo plazo para mejorar. Es un imperativo que interpela a todos quienes tienen responsabilidades en lo público, lo privado y lo social.

 

 

 

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