
En su forma más grave, la embolia pulmonar, avanzan sin hacer ruido en la población chilena. Expertos advierten que la falta de prevención y diagnóstico oportuno agrava un problema que ya se refleja en las principales estadísticas de mortalidad del país.
La trombosis venosa y su forma más temida, la embolia pulmonar, avanzan a la sombra de otras patologías, pero sus cifras ya obligan a encender las alarmas. En 2022, las enfermedades del sistema circulatorio volvieron a ser la primera causa de muerte en Chile, con 33.503 fallecimientos, equivalentes al 24,3% del total, un telón de fondo que retrata el peso real de los eventos trombóticos en la salud pública nacional.
Entre 2018 y 2022, la mortalidad por embolia pulmonar (EP) en Chile aumentó de 2,31 a 3,62 por cada 100 mil habitantes, acumulando 2.599 decesos en ese periodo. Frente a este panorama, el director de la carrera de Enfermería de la Universidad Andrés Bello, Campus República, Michel Garat, explicó que “el golpe es más duro en los mayores de 80 años, donde la tasa roza niveles varias veces superiores al promedio. Los autores del análisis, basado en registros oficiales del DEIS, vinculan parte del aumento a los años de pandemia, un contexto que elevó el riesgo trombótico y tensionó la oferta hospitalaria”.
Causas y señales de alerta
La enfermedad tromboembólica venosa aparece cuando coinciden tres factores tales como estasis venosa, daño de la pared vascular e hipercoagulabilidad. En la práctica, el riesgo aumenta con la inmovilización y hospitalización prolongada, cirugías mayores (especialmente ortopédicas), cáncer activo, terapia estrogénica o embarazo y puerperio, obesidad, edad avanzada, insuficiencia cardiaca y trombofilias, entre otros.
Así lo confirman las guías europeas de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), que recomiendan evaluar el riesgo de forma sistemática e indicar, cuando corresponde, profilaxis farmacológica o mecánica.
“En relación con los síntomas, predominan el dolor y el aumento de volumen en una pierna, el calor local y el enrojecimiento. Si ese coágulo se desplaza al pulmón y produce una embolia pulmonar, los síntomas típicos son falta brusca de aire, dolor torácico, taquicardia y, a veces, tos con sangre o síncope”, explica Garat.
El académico advierte que frente a cualquiera de estos signos es necesario acudir de forma urgente a un centro de salud, ya que, sin atención oportuna, la situación puede derivar en una embolia pulmonar grave.
“A largo plazo, además, pueden persistir secuelas como el síndrome postrombótico, caracterizado por dolor y edema crónico con impacto funcional, o la hipertensión pulmonar tromboembólica crónica, condición que requiere manejo en centros especializados con cirugía de endarterectomía o angioplastia pulmonar”, explica.
Recomendaciones para prevenir y detectar a tiempo
El académico entrega una serie de consejos prácticos para reducir el riesgo de trombosis y actuar de forma preventiva ante los primeros signos:
– Moverse en viajes largos (cada 1–2 horas), hidrátate y evita la compresión sostenida.
– Consulta a un médico si se presenta inflamación o dolor unilateral en una pierna tras una inmovilización, un yeso o un viaje prolongado.
– Conocer los riesgos: embarazo o puerperio, uso de anticonceptivos combinados o terapia hormonal, cáncer, cirugías recientes y comorbilidades cardiometabólicas.
– Cumplir los tratamientos anticoagulantes cuando sean indicados y no suspender los controles médicos.
“La trombosis venosa es una patología silenciosa, pero prevenible. La clave está en la educación, la detección temprana y el cumplimiento estricto de las indicaciones médicas”, concluye Garat.
