OPINIÓN

Viviendas para Atacama, una oportunidad excepcional para los atacameños y el actual Gobierno ( por Alberto Calvo Montes . Arquitecto )

 

 

Atacama, después del castigo impuesto por la naturaleza en dos oportunidades recientes, poco a poco intenta recuperar su antigua expresión y no vemos nada nuevo.

Siempre he pensado, que las dificultades impiden en lo inmediato, mirar un futuro con esperanzas, pero lo real es que el tiempo nos muestra hoy una real oportunidad desde esta adversidad que agobia y confunde a tantos.

No es fácil entender lo expresado, pero allí es donde debe verse una relación virtuosa, que nace de una certera y oportuna alianza público privada, alianza que debe tener conducción y liderazgo claro, alejado de los protagonismos personales y de las naturales mezquindades que asolan a los actores de nuestra región

Dicho lo anterior y producida una relativa y paulatina calma, nace el momento de construir lo dañado, porque ello cambia de inmediato el ánimo de sus habitantes, que voluntariamente decidieron permanecer o mayoritariamente están obligados a hacerlo, permitiendo la huida de todos aquellos que estaban entre nosotros, sin un interés distinto que el de permanecer para salvar sus necesidades de supervivencia económica y aportando cero.

Entonces, pasado lo ocurrido y con  los actores que sufrieron, es decir con los verdaderos nuestros, se debió buscar el modo de ir tras este cambio de mirada, pero se optó por lo fácil y no por dar este golpe y poner todo en marcha, intentando satisfacer sueños y esperanzas de muchos.

Hoy el paisaje de nuestras ciudades, se muestra absolutamente desolado como expresión urbana, apareciendo o surgiendo una sucesión y desordenada presencia de grandes paños o superficies absolutamente despejados, libres de muros y construcciones derruidas, que invitan a pensar a profesionales, para dotar, proponer y ojalá ejecutar en ellos, antes que sean destinadas a las recurrentes playas de estacionamientos, importantes desarrollos inmobiliarios que mejoren de forma visionaria, un nuevo paisaje.

Hoy vemos una importante pérdida de patrimonio, pero jamás ha existido preocupación por su preservación, siendo además una situación que no preocupa a sus habitantes y a muchas de sus instituciones.

Atento siempre a lo que ocurre en Atacama y en la búsqueda permanente de acciones que alienten a sus habitantes a salir de este letargo, supe del Plan Zona Norte del MINVU, que consideraba a las regiones de Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta y Atacama. Plan que tenía un diagnóstico que permitía y relevaba los déficits cuantitativos de viviendas, mostrando la realidad del sector en la Zona Norte.   De forma sintética buscaban asumir y ver formas de disminuir este déficit, que en Atacama significaba 7.961 viviendas, considerando los sectores urbanos y rurales, sumando un total de 51.623 viviendas para la totalidad de las regiones citadas.

Ahora bien, mantenía una inquietud, que nacía desde la Capital Regional, Copiapó, que nos mostraba en todo su plan, innumerables áreas de dimensiones interesantes, que permitían soñar con la construcción de esta nueva Atacama, espacios y áreas capaces de soportar la instalación de  viviendas de distinto tipo más su necesario equipamiento y que recuperaran su centro y lo vitalicen con estas nuevas viviendas.

Comenté y canalicé esta inquietud en el organismo gremial que me ha cobijado tanto tiempo, como la CCHC, quienes también sorprendidos por el aumento y despeje de los diversos sitios del plan central,  los catastraron e identificaron, vaciando los antecedentes gráficamente en un plano de la ciudad.

Ello me hizo pensar que no era errado proponer el uso de estos terrenos, terrenos que son de particulares, que tendrían una oportunidad única de venderlos, concordando valores reales y no los típicos y excesivos, que los han privado  siempre de enajenar sus bienes, manteniéndolos con la esperanza de obtener valores que nunca llegarán.

La idea básica busca fundamentalmente aportar valor y fortalecer  el paisaje urbano con la inserción de viviendas de baja altura, con densificación, liberando los primeros pisos, permitiendo transparencia de paisajes a nivel peatonal, haciendo aparecer áreas verdes contenidas en este nuevo centro y además espacios de grandes sombras, que hacen vivible los exteriores, incorporando un sello y fundamentalmente la anhelada y buscada calidad de vida. Esta liberación del primer nivel, también es un mecanismo de defensa natural a potenciales y futuros aluviones, pues los daños serán de menor magnitud.

Con asombro me informaba de una elevada inversión, lejos de la capital y hacia el norponiente, para desarrollar un refugio para trasladar a los damnificados de futuras tragedias naturales, infraestructura que obligará a su mantención permanente para estar en condiciones de soportar oportunamente a un sector de la población damnificada.

Dichos recursos invertidos en lo planteado inicialmente, ayudarían a reconvertir el centro, evitando el abandono de sus hogares y disminuyendo de un modo notorio, las diversas necesidades que surgen ante los fenómenos naturales.

Las casualidades y las oportunidades existen, pues tuve la fortuna de saludar a la Primera Autoridad Regional y contar algo de lo aquí referido, quién con esa visión gerencial y de gestión, me invitó a conversar en sus dependencias, permitiendo expresar de mejor modo lo perseguido. Comenté que de modo paralelo, la Delegación Regional Copiapó de la CCHC, expuso a nivel central la proposición y se vio la posibilidad de intentar este desarrollo como un piloto.

Es preciso decir, que el Gobierno de Chile y por ende el Gobierno Regional de Atacama a través del MINVU y SERVIU, proyectaban simultáneamente el desarrollo de un Loteo para recibir en dichos terrenos las viviendas que se proponen para el período 2019 – 2022, terreno que estando casualmente dentro del plano regulador, no considerado en las áreas de riesgo definidas y fuera del área de atención de la Sanitaria, aparece a nivel nacional como para su ocupación en el breve plazo.

Sabedor de los tiempos de aprobación, de modificación de normativas, de cumplimientos de leyes como las de aporte al espacio público, de la ejecución y aprobación de los IMIV, reemplazantes de los EISTU, de la nueva ley de ductos, de la utilización de aguas grises, acciones vitales y previas al mejoramiento y adecuación de las áreas que permitan la edificación de los conjuntos habitacionales, quedará poco tiempo para su materialización y la ciudad poco sabrá de este enorme esfuerzo fiscal, que nuevamente alejaría a sus habitantes de sus centros de abastecimiento, apostando a la segregación, antónimo de lo que se busca, que es la inclusión o la necesaria integración social.

 

 

 

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