De la desazón a la rabia. El Chile de hoy ( Prof. Guillermo Cortes Lutz, Doctor en Historia, Grupo de Estudios de Atacama GEA)
Es indudable que de una simple decepción, pasamos a la molestia, y de allí lisa y llanamente a la rabia, ese malestar indefinible, inespecífico, pero que hoy tiene expresiones concretas, como son las movilizaciones, los paros, las tomas de los liceos y universidades. La rabia social, es esa sensación que nos molesta, fastidia, nos ahoga e irrita, como individuos, pero también como comunidad. El objeto de nuestra molestia, ahora ya rabia es contra los poderosos y abusadores de siempre y también a los nuevos. Nos referimos a la oligarquía histórica nacional, los nuevos ricos o nuevos políticos, junto a ellos los grandes grupos económicos chilenos, una clase social avara que se expande por todo Chile y el resto de Sudamérica. Son ellos quienes se coluden para monopolizar precios y agrandar inmoralmente sus ganancias, vemos los abuso constante del sistema de salud privado; las Isapres, y del sistema privado de pensiones, AFP, sistema que como nunca ha antes ha generado tantos pobres. Molesta ver cómo nos abusa y malversa la Banca y el retail, alguien ha tratado de comprar en la grandes tiendas, es un dolor constate, y un eterno abusos con cobros injustificados, o los perversos contratos telefónicos, una sangría a nuestras pobres finanzas y a nuestra paciencia. También nos violenta, nos humilla nuestro sistema escolar, y de salud, que no dan el mínimo de dignidad y calidad que un ser humano busca. Enfermarse en Chile, es un largo camino de agonía, cuando no de muerte. Sin duda también nos irritan las arbitrariedades, desprolijidad y poca diligencia del sistema de educación superior, (público y privado). Es preocupante que las universidades privadas estén siempre tras el negocio rápido, lejanos a la ética, y en el caso de las universidades estales, son entidades lejanas a la participación, a las necesidades e inquietudes de una sociedad cambiante. Se han ido transformado en instituciones sin critica científica, y lejanas la comunidad de la que son parte.
Un capítulo aparte, son sin duda los partidos políticos, que no dan ninguna garantía de trasparecía, de participación, y que muestran su peor cara con su nepotismo vulgar, apoyándose en el clientelismo ramplón, son dignas de una mala novela, donde los cambios de distrito, de regiones, son como un menú de los candidatos. Si a toda esta molestia, le súmanos dosis de centralismo arcaico y grotesco, donde los santiaguinos tienen el poder de representar a todo Chile, sin que nadie se los haya pedido. Y cuando este centralismo ha sido y es retardatario para el progreso de Chile, terminan logrando que las personas, la comunidades, se sientan ahogados y finalmente surge la rabia.
Si, el simple ciudadano, ahora convertido en cliente trata de alimentarse, los productos están trucados, llenos de sodio, con exceso de grasas, azucares, y amarillo crepúsculo, en fin una porquería, hasta el inocente yogurt ya no es sano. Si él o la ciudadana, intentan caminar por nuestras calles, o nos muerde un perro o está llena de mierda de perro. O bien nos podemos exponer a uno que otro asalto. Entenderán ustedes, que ya no es contrariedad, es más que molestia es rabia.
Lamentablemente con rabia, se piensa desde ella, se nos bloquea la memoria histórica, y la conciencia crítica, y nos convertimos en simples murmuradores, opinólogos furibundos de Facebook y de redes sociales, pasamos a ser personas violentas, y como nuestro pensamiento se vuelve irracional , es más difícil romper con el statu quo . Y finalmente que es lo que queremos los ciudadanos, ni más ni menos que lo que nos merecemos ; un país digno, donde dejemos de ser clientes y seamos ciudadanos de la república, personas con dignidad, una constitución justa, nuevas leyes que nos cuiden, un estado social y democrático de derechos, buscamos más inclusión, por cierto menos prepotencia y más humanidad, equidad de género, respeto al medio ambiente y a las diversidades. También mejores sueldos, que se ha demostrado nos hace más felices, una jornada laboral de 40 horas para todos y todas, participación real desde las regiones, entre otras tantas cosas. No nos lleven a la rabia, devuélvanos la tranquilidad, la dignidad, la humanidad, la felicidad, devuélvanos el país y el continente, que también es nuestro.