OPINIÓN

El artificial momento constituyente ( Patricio Urquieta Garcia, ex intendente Región de Atacama )

 

 

Según C. Heiss, un momento constituyente es un período de transformación en los valores y percepciones mayoritarias que llevan al cambio y la reinterpretación de la ley fundamental; conducido por el pueblo y no el congreso, dado que este último es la expresión institucional del primero. Por dos razones sostengo que Chile vive un momento constituyente artificial.

 

La primera es que los valores ciudadanos siguen siendo los mismos de la Constitución actual. Su inspiración filosófica liberal (libertad, igualdad ante la ley, el Estado de Derecho, la separación de poderes y la identidad nacional) fue acusada de ser una imposición, ya que la mayoría optaría –supuestamente– por una vocación socialista del Estado. Sin embargo, el 4/S dejó en evidencia que Chile rechaza el comunismo.

 

La segunda es que el actual proceso constitucional está contaminado. Surge de un acuerdo entre los dirigentes de partidos políticos –desde el PC hasta la UDI– adoptado contra una norma constitucional, que neutralizó la voluntad popular (4/S) y que por medio de 12 bases institucionales dirigió (limitó) la soberanía nacional.

 

Lo que vivimos es una verdadera crisis de la eficacia estatal. Su raíz no proviene del diseño filosófico institucional, sino de la negación de los valores éticos sustantivos de la sociedad chilena por parte de la izquierda que participa del Estado. Sabe que Chile rechazó su propuesta (paridad, plurinacionalidad y un Estado interventor), y sigue impulsando su ideología dentro del Estado, basándose en reinterpretaciones calificadas de “democráticas” que lo privan de realismo y lo conducen a la inutilidad hasta llevarlo al colapso.

 

No hay compromiso democrático de la izquierda. La legitimidad de origen de la actual Constitución fue su excusa para desconocer su contenido e imponer una ideología minoritaria a través del Estado. Si se aprueba democráticamente la propuesta constitucional, también va a desconocer su contenido. Sin embargo, la paradoja de diciembre es que lo que se plebiscita da lugar a la principal aspiración izquierdista: la paridad y el Estado social y democrático de derecho. Termina la igualdad y llega un Estado socialista. Nadie sabe para quien trabaja.

 

 

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