OPINIÓN

La agonía del octubrismo ( Patricio Urquieta Garcia, ex Intendente de la Región de Atacama )

 

 

En la historia de la humanidad las revoluciones han sido organizadas por minorías, y su único propósito es la conquista del poder. El octubrismo de 2019 y sus diversas expresiones, como la violencia protagonizada por “manifestantes” (cuya trayectoria fue revelada en un prontuario), los desórdenes estudiantiles, las tomas de carretera, los saqueos, los cortes de tránsito, las barricadas, los ataques a los cuarteles policiales, el rayado y la destrucción del espacio público, tuvieron un resultado. Se instaló un discurso de revolución “ciudadana”, que exigía refundar el país y reescribir la historia de Chile, al que alcaldes y parlamentarios de izquierda se sumaron.

 

La misión del octubrismo era quedarse con el poder en forma permanente.  Para ello necesitaban una nueva Constitución hecha por una asamblea constituyente (no por políticos) que redefiniera el poder, las filosofía de las instituciones, y que desmantelara cualquier reconocimiento a los héroes de la independencia, la guerra del pacífico, y los gobiernos militares que nuestro país ha tenido; y lo más importante, proscribir cualquier pensamiento diferente al de la extrema izquierda (como si en algún lugar del mundo no hubiera significado hambre, esclavitud y muerte).  El plan estuvo ejecutándose. El comunismo y el frente amplio ganaron las elecciones de convencionales, gobernadores regionales, municipios y el Gobierno.

 

La gente (nunca es tarde) vio al verdadero octubrismo, y los juzga por sus resultados. Constató que nunca estuvo en sus planes el desarrollo de Chile, ni la seguridad, ni la igualdad de oportunidades, ni la educación, ni la salud, ni la vivienda. Por eso se rechazó la propuesta constitucional que adoraba este Gobierno.  Ese contundente rechazo fue el primer síntoma de la defensa democrática de las instituciones. Hoy el Gobierno también es rechazado. No es creíble, porque es incoherente. Avanza con los proyectos del gobierno anterior que rechazaron siendo oposición, y en cada asunto cambia injustificadamente de opinión.

 

La crisis de seguridad que vive el país – alimentada por la arremetida izquierdista contra la legitimidad de Carabineros, su favoritismo al ingreso indiscriminado de extranjeros, los indultos y la votación de los comunistas en contra de los proyectos para fortalecer a Carabineros – no se supera con una declaración de respaldo del Gobierno del Presidente Boric.

 

Un genuino movimiento ciudadano está en curso. El espíritu de los chilenos que defienden su patria, su historia y sus instituciones ha renacido pidiendo que el orden y el respeto prevalezcan en Chile. La defensa de Carabineros es el comienzo de una expresión patriótica que realiza el ciudadano de a pie, que respeta, que trabaja y paga sus impuestos, y que pide vivir en paz al amparo de un Gobierno que trabaje por lo que los chilenos necesitan. ¿Es una revolución contra el octubrismo gobernante? La conducción de este proceso le corresponderá a nueva generación política, de quienes se espera la prudencia, las capacidades y la experiencia que no tuvo (ni podrá tener durante su mandato) la que actualmente está gobernando.

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